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Ruth y Groucho Marx sentados sobre sus raquetas. Era la postura favorita de Groucho.
40 años después, sin conocer el precedente, yo también lo hacía durante alguna pausa |
Tenistas Aficionados y Profesionales:
GROUCHO y RUTH MARX,
su hijo ARTHUR, CHARLES CHAPLIN,
FRED PERRY y ELLSWORTH VINES
Este síndrome no consta en ningún catálogo de síndromes y no
es probable que llegue a estar, pero existe. Afecta por igual a ambos sexos,
así que los Doctores o Doctoras Jeckyll, personas habitualmente
afables, cuando entran en una pista de tenis, sea para jugar un partido
amistoso o uno de campeonato, se transforman en Mr. o Mrs.
Hyde
cuando las cosas no van como ellas quieren, mostrándose incorrectas,
desagradables y poco deportivas. No importa si los adversarios son familiares,
amigos o desconocidos.
¿Resultan frecuentes este tipo de comportamientos en otros
ámbitos? Naturalmente; es extensible a cualquier deporte, juego, profesión o
circunstancia que se preste a que produzca el cambio. Si lo he centrado en el
tenis es porque se trata de la actividad en que he tenido más oportunidades de
verlo o sufrirlo y porque en cierta medida le afectaba a Groucho Marx. Como es natural, todos conocemos casos y es bastante probable
que alguna persona lectora de este trabajo lo padezca en cierta medida, sin
saberlo… o reconocerlo.
Aunque en algunos casos se intuya que una persona lo padece,
aunque esté aletargado, siempre supone una sorpresa ver como una persona
Jeckill, educada, simpática e incluso divertida, se convierte en una persona Hyde sarcástica, maleducada o,
en sus casos más graves, faltona, repelente e incluso agresiva. Cuando el hecho se
produce demasiadas veces se acaba evitándola porque se sabe que cuando las
cosas no vayan a su gusto, la previsible transformación va a conducir a una
situación incómoda.
No era, ni de lejos, el caso de Groucho en ninguno de los apartados
tenísticos posibles: a) como jugador en una pista de tenis y b) como espectador
en un partido de tenis de su hijo Arthur, un adolescente que ya destacaba entre
los jugadores de su edad y que apuntaba condiciones para llegar lejos.
GROUCHO Y RUTH
Groucho Marx y su primera esposa, Ruth Johnson, eran casos
benignos y nada agresivos del Síndrome, pero cuando eran espectadores de los
partidos de campeonato de su hijo Arthur, podían convertirse en un incordio
para directivos y árbitros e incluso para el más interesado en jugar
concentrado y tranquilo, su propio hijo. Groucho, consciente del problema,
terminó por no asistir, como más tarde también haría Ruth, dado que su caso era
menos benigno, aunque no perdiera la compostura.
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Ruth y Arthur durante una visita a la Paramoun |
Ruth, con buenos entrenadores, hizo grandes progresos y llegó
a jugar mejor que él, pero casi siempre perdía en los enfrentamientos directos
porque la desconcentraba y llegaba a crisparla. Lo peor era que se llevaban el partido a casa y durante
la comida o la cena, las discusiones y las burlas del ganador, casi siempre
Groucho, se hacían interminables porque Ruth tampoco se quedaba atrás en las
réplicas, provocando el aburrimiento de sus hijos, que no podían comprender como
dos personas mayores, sensatas y afables, con un nivel de tenis para ellos muy
bajo, podían tomarse tan en serio el juego, hasta el extremo de enfadarse. No
era algo de lo Arthur y su hermana Miriam debieran extrañarse, es algo habitual cuando los
padres practican un deporte como el tenis, lo hacen con frecuencia e incluso
participan en campeonatos de tipo social: el tenis se convierte en un tema de
conversación, de crítica, de cotilleo o de discusión, sea en familia o con amistades. Se
desayuna, se come y se cena, tenis.
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El tenis todavía no era un motivo de polémica entre los padres.
En la segunda foto, Groucho entrenando a la familia...
Los padres (no profesionales de tenis) suelen ser malos entrenadores
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LAS COSAS DE GROUCHO
Sabía perfectamente cuando debía regresar a su habitual
estado Jeckyll sin necesidad de que nadie se lo hiciera notar; pero eso no
quita para que a veces –en su faceta de jugador– convirtiera lo que debía ser
un partido entretenido en una charlotada. Todos acababan riendo, pero no habían
jugado un partido de tenis sino a un sucedáneo. Como suele ocurrir entre los aficionados que se toman el partido en serio, cualquiera que sea su nivel de juego, disputar un partido medio en broma, medio en serio, no les seduce; de forma que Groucho no era el tipo de jugador que se busca para jugar con él.
Fue el típico jugador que gana pocos partidos
individuales –y de dobles, por bueno que fuera su compañero–, de forma que su
mejor recurso para intentar ganar consistía en descentrar a sus rivales para
hacerles cometer errores; fuera por medio de bromas, comentarios o cualquier
argucia que sirviera para hacer perder la concentración a su rival –lo que se
conoce en el argot tenístico como, “sacarle
del partido”– y forzarle a cometer errores. Su mejor golpe era el «drive»,
que él denominaba el tiro de hierro,
por la velocidad con que salía la pelota, pero que sólo era efectivo cuando la
pelota le venía en condiciones para poder aplicarlo o –esto era lo más difícil–
estaba concentrado en lo que tenía que hacer. En cuanto a resultados estaba
entre los peores jugadores del club y su propio hijo lo consideraba el más malo,
aunque tampoco es probable que fuera así.
Cuando Arthur tenía 14 años, él y un compañero de su edad
jugaban un set contra su padre y Ellworth Vines o Fred Perry, que les ganaban. En
esa época, los dos jugadores ya se habían hecho profesionales, después de ganar
varios torneos del Grand Slam en simples y dobles y la Copa Davis, y eran
propietarios del Beverly Hills Tennis Club. El tenis amateur les podía seguir
dando mucha gloria –especialmente a Perry, nº 1 del ranking– pero muy poco
dinero y se sabían con talento y condiciones sobradas para hacer realidad sus
proyectos. Harpo Marx, precisamente, aconsejó a Perry que se hiciera
profesional:
Harpo: Fred, la gloria no da para comer.
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Fred Perry hizo caso de Harpo: se hizo profesional,
estuvo en activo varios años y en 1952, tras varios años de estudio
y preparación, lanzó su propia línea de ropa deportiva.
La imágen corresponde a la publicidad de principios de los 60s. |
Conforme fueron pasando los meses, el tanteo se fue haciendo
más apretado hasta que, ya con 16 años, Vines y su padre perdieron. «No os hagáis ilusiones –le dijo su padre-, mañana jugaré con
Perry y ganaremos». Jugaron, volvió a perder y en ese momento Groucho pensó que
si teniendo de compañeros a los dos mejores jugadores profesionales del mundo
no era capaz de ganar a dos jovencitos, es que verdaderamente era muy malo. En
realidad, era una consideración poco realista, fruto de un momento de desmoralización.
Groucho podría haber seguido jugando –y a buen seguro,
divirtiéndose– con compañeros de su mismo o parecido nivel y tomándose los
partidos con mayor seriedad. Arthur y su amigo ya eran dos buenos jugadores, en continua progresión y con
los suficientes recursos para limitar las intervenciones de Perry o de Vines,
que, por otra parte, evitaban apoderarse del juego y arrinconar a Groucho, a
fin de que, mejor o peor, jugara y no se sintiera relegado.
Hay buen ejemplo de cómo Groucho podía quitarle seriedad a un
partido, con premeditación y alevosía: el Desafío
Inglaterra-USA, con Charles
Chaplin-Fred Perry y Groucho-Elsworth
Vines, respectivamente, celebrado en 1937. Un partido en el que era
consciente de que no podía ganar porque Chaplin era mucho más seguro que él y
mejor competidor. En Youtube se pueden encontrar documentales del
acontecimiento, con la cara de enfado reprimido de Chaplin y de
circunstancias de Perry y Vines, conscientes de que estando
Groucho en la pista el partido iba a acabar como el rosario de la aurora. Así fue, aunque todos acabaran entrando en
la broma que, por otra parte, hizo disfrutar al numeroso público y a los
periodistas de prensa, cine y emisoras de radio que siguieron el espectáculo.
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Groucho Marx, Charles Chaplin, Ellsworth Vines y Fred Perry |
En los partidos en los que la pareja está formada por
un jugador profesional y un aficionado, si éste es una persona consciente de sus
limitaciones, sin intentar hacer más de lo que puede, pero, eso sí, seguro en aquello
que sabe hacer, el profesional juega de forma que su
pareja pueda sentirse a gusto, aprovechando sus virtudes y protegiéndole en sus
puntos débiles. Así, su aportación al juego del aficionado puede ser muy positiva, aunque a
veces su falta de técnica le haga cometer errores. Charles Chaplin, se adaptaba perfectamente a este tipo de
partidos porque no intentaba hacer más de lo que podía, pero en lo que sabía hacer, no
fallaba. Solía ganar porque se tomaba el tenis muy en serio… y se las ingeniaba
para ir siempre con el mejor de los dos profesionales.
Este tipo de partidos siempre ha sido algo habitual en cualquier club. A este respecto, recuerdo unos partidos que se jugaban en la segunda década de los 70s en el Club de Tennis Gran Vía (luego, L´Hospitalet). Los mejores partidos, con gran diferencia, eran aquellos en los que intervenían Carlos Arranz-Bravo (de un fair-play ejemplar) y un entrenador del club, Jaume (no recuerdo el apellido), contra los dos mejores jugadores del Club, uno de los cuales, Josep Mª Monsó, llegaría a ser campeón de España de veteranos años más tarde. Carlos Arranz, jugaba muy bien este tipo de desafíos, tenía la gran virtud de ver, por la manera de preparar el golpe del contrario, a donde iba a ir la pelota y se anticipaba, voleando con decisión. Eran partidos muy entretenidos, emocionantes y con jugadas espectaculares.
ARTHUR
Como tantos padres –dentro de sus posibilidades–, en
cualquier época y punto del globo que escojamos, Groucho se gastaba mucho
dinero en los entrenamientos de Arthur. Sin embargo, sus resultados dejaban
bastante que desear y empezó a cansarse de perder tantas horas, de sus propios
momentos de descanso o de diversión, en desplazamientos para acompañar a su
hijo, sin que los resultados, ni su entrega fueran los adecuados a semejante
sacrificio. Sabía que su hijo tenía condiciones y estaba dispuesto a apoyarlo
cuanto hiciera falta. Perry y Vines le habían confirmado que Arthur tenía
condiciones para llegar lejos, así que le dio un ultimátum: o cambiaba de
actitud o se acababa el tenis. Arthur tomó nota y se aplicó el cuento. En pocas
semanas se notó el cambio y en unos meses dejó de perder con rivales inferiores
e incluso a ganar a algunos de los teóricamente superiores, acortando con
rapidez la distancia entre él y los mejores del ranking de juveniles y,
posteriormente de Juniors.
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Las visitas de Arthur a los estudios eran frecuentes.
Rodaje de Duck soap, (Sopa de ganso), 1931, Paramount |
En 1939 ya estaba en el equipo junior de Copa Davis
junto a Bob Falkenburg, Jack Kramer y Budge Patti,
todos ellos futuros ganadores de Wimbledon o Forest Hills. En Marzo de 1940
ganó el Hillcrest Tournament a Willis Anderson en la final, por
6/2, 6/3, 6/2, tras eliminar a destacados jugadores de la época. Con 20 años se
inscribió en el Torneo de Cincinnati de 1940, un campeonato equivalente
en importancia a lo que hoy supone un Master1000. Jugó la final de individuales
con Bobby Riggs, ganador meses antes del último torneo de Wimbledon
disputado antes de la SGM y nº 1 del ranking. El resultado del partido lo dice
todo: 11-9, 6-2, 4-6, 6-8 y 6-1 a favor de Riggs, al cabo de cuatro
horas y media de partido. Groucho podía sentirse orgulloso de su hijo. Sin embargo, en
Diciembre de 1941 aviones japoneses bombardearon la base aeronaval de Pearl
Harbour y con la entrada de su país en la SGM, su trayectoria deportiva quedó
interrumpida de golpe.
Al término de la guerra, cuatro años después, recuperar
el tiempo perdido exigía un esfuerzo y una dedicación que Arthur no estaba seguro
de poder hacer. Lo intentó. De hecho, jugó diversos torneos, pero cuando en el Pacific Southwest
Tournament de 1946 perdió en segunda ronda con Gardnar Mulloy por 6/4, 6/2, un
jugador al que ganaba antes de la guerra y que en ese momento tenía 36 años,
once años más que él, vio con claridad que el tiempo no había pasado en balde. De todas formas, perder con Mulloy no debió ser el motivo principal porque dos años más tarde disputó la semifinal de Wimbledon perdiendo con el que sería campeón, Bob Falkenburg y diez años más tarde ganó la final de dobles de Wimbledon formando pareja con Budge Patty a los grandes favoritos, Lew Hoad y Neale Fraser. Como apunte final, Mulloy falleció a los 102 años...
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1948, Falkenburg y Mulloy en la semifinal de Wimbledon.
Bob era hermano de la barcelonesa Eugenia (Jinx) Falkenburg,
modelo,actriz y periodista |
En mi opinión, el principal motivo debió ser el hecho de que su edad le obligaba a trabajar para depender
de sí mismo y, si pretendía hacerse profesional, debía ser con una dedicación total y no parecía probable que a pesar del esfuerzo pudiera situarse a un nivel parecido al de los
mejores. Consciente de que su momento había pasado pero también de que
sus intereses ya iban en otra dirección, decidió dar por concluida su etapa
como tenista y dar comienzo a la de escritor, su verdadera vocación.
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Arthur Marx a principios de los 90s |
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Entre sus obras, en diversos géneros, dos biografías,
su padre y el productor Samuel Goldwyn
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