viernes, 7 de diciembre de 2018

GROUCHO MARX Y EL SÍNDROME DR JECKILL-MR HYDE TENÍSTICO


Ruth y Groucho Marx sentados sobre sus raquetas. Era la postura favorita de Groucho. 
40 años después, sin conocer el precedente, yo también lo hacía durante alguna pausa

Tenistas Aficionados y Profesionales:
GROUCHO y RUTH MARX,
su hijo ARTHUR, CHARLES CHAPLIN,
FRED PERRY y ELLSWORTH VINES

Este síndrome no consta en ningún catálogo de síndromes y no es probable que llegue a estar, pero existe. Afecta por igual a ambos sexos, así que los Doctores o Doctoras Jeckyll, personas habitualmente afables, cuando entran en una pista de tenis, sea para jugar un partido amistoso o uno de campeonato, se transforman en Mr. o Mrs. Hyde cuando las cosas no van como ellas quieren, mostrándose incorrectas, desagradables y poco deportivas. No importa si los adversarios son familiares, amigos o desconocidos.

¿Resultan frecuentes este tipo de comportamientos en otros ámbitos? Naturalmente; es extensible a cualquier deporte, juego, profesión o circunstancia que se preste a que produzca el cambio. Si lo he centrado en el tenis es porque se trata de la actividad en que he tenido más oportunidades de verlo o sufrirlo y porque en cierta medida le afectaba a Groucho Marx. Como es natural, todos conocemos casos y es bastante probable que alguna persona lectora de este trabajo lo padezca en cierta medida, sin saberlo… o reconocerlo.

Aunque en algunos casos se intuya que una persona lo padece, aunque esté aletargado, siempre supone una sorpresa ver como una persona Jeckill, educada, simpática e incluso divertida, se convierte en una persona Hyde sarcástica, maleducada o, en sus casos más graves, faltona, repelente e incluso agresiva. Cuando el hecho se produce demasiadas veces se acaba evitándola porque se sabe que cuando las cosas no vayan a su gusto, la previsible transformación va a conducir a una situación incómoda.

No era, ni de lejos, el caso de Groucho en ninguno de los apartados tenísticos posibles: a) como jugador en una pista de tenis y b) como espectador en un partido de tenis de su hijo Arthur, un adolescente que ya destacaba entre los jugadores de su edad y que apuntaba condiciones para llegar lejos.


GROUCHO Y RUTH
Groucho Marx y su primera esposa, Ruth Johnson, eran casos benignos y nada agresivos del Síndrome, pero cuando eran espectadores de los partidos de campeonato de su hijo Arthur, podían convertirse en un incordio para directivos y árbitros e incluso para el más interesado en jugar concentrado y tranquilo, su propio hijo. Groucho, consciente del problema, terminó por no asistir, como más tarde también haría Ruth, dado que su caso era menos benigno, aunque no perdiera la compostura.
Ruth y Arthur durante una visita a la Paramoun
 
Ruth, con buenos entrenadores, hizo grandes progresos y llegó a jugar mejor que él, pero casi siempre perdía en los enfrentamientos directos porque la desconcentraba y llegaba a crisparla. Lo peor era que se llevaban el partido a casa y durante la comida o la cena, las discusiones y las burlas del ganador, casi siempre Groucho, se hacían interminables porque Ruth tampoco se quedaba atrás en las réplicas, provocando el aburrimiento de sus hijos, que no podían comprender como dos personas mayores, sensatas y afables, con un nivel de tenis para ellos muy bajo, podían tomarse tan en serio el juego, hasta el extremo de enfadarse. No era algo de lo Arthur y su hermana Miriam debieran extrañarse, es algo habitual cuando los padres practican un deporte como el tenis, lo hacen con frecuencia e incluso participan en campeonatos de tipo social: el tenis se convierte en un tema de conversación, de crítica, de cotilleo o de discusión, sea en familia o con amistades. Se desayuna, se come y se cena, tenis.
El tenis todavía no era un motivo de polémica entre los padres. 
En la segunda foto, Groucho entrenando a la familia...
Los padres (no profesionales de tenis) suelen ser malos entrenadores

LAS COSAS DE GROUCHO 
Sabía perfectamente cuando debía regresar a su habitual estado Jeckyll sin necesidad de que nadie se lo hiciera notar; pero eso no quita para que a veces –en su faceta de jugador– convirtiera lo que debía ser un partido entretenido en una charlotada. Todos acababan riendo, pero no habían jugado un partido de tenis sino a un sucedáneo. Como suele ocurrir entre los aficionados que se toman el partido en serio, cualquiera que sea su nivel de juego, disputar un partido medio en broma, medio en serio, no les seduce; de forma que Groucho no era el tipo de jugador que se busca para jugar con él.

Fue el típico jugador que gana pocos partidos individuales –y de dobles, por bueno que fuera su compañero–, de forma que su mejor recurso para intentar ganar consistía en descentrar a sus rivales para hacerles cometer errores; fuera por medio de bromas, comentarios o cualquier argucia que sirviera para hacer perder la concentración a su rival –lo que se conoce en el argot tenístico como, “sacarle del partido”– y forzarle a cometer errores. Su mejor golpe era el «drive», que él denominaba el tiro de hierro, por la velocidad con que salía la pelota, pero que sólo era efectivo cuando la pelota le venía en condiciones para poder aplicarlo o –esto era lo más difícil– estaba concentrado en lo que tenía que hacer. En cuanto a resultados estaba entre los peores jugadores del club y su propio hijo lo consideraba el más malo, aunque tampoco es probable que fuera así.

Cuando Arthur tenía 14 años, él y un compañero de su edad jugaban un set contra su padre y Ellworth Vines o Fred Perry, que les ganaban. En esa época, los dos jugadores ya se habían hecho profesionales, después de ganar varios torneos del Grand Slam en simples y dobles y la Copa Davis, y eran propietarios del Beverly Hills Tennis Club. El tenis amateur les podía seguir dando mucha gloria –especialmente a Perry, nº 1 del ranking– pero muy poco dinero y se sabían con talento y condiciones sobradas para hacer realidad sus proyectos. Harpo Marx, precisamente, aconsejó a Perry que se hiciera profesional: 

Harpo: Fred, la gloria no da para comer. 
Fred Perry hizo caso de Harpo: se hizo profesional, 
estuvo en activo varios años y en 1952, tras varios años de estudio 
y preparación, lanzó su propia línea de ropa deportiva. 
La imágen corresponde a la publicidad de principios de los 60s.

Conforme fueron pasando los meses, el tanteo se fue haciendo más apretado hasta que, ya con 16 años, Vines y su padre perdieron. «No os hagáis ilusiones –le dijo su padre-, mañana jugaré con Perry y ganaremos». Jugaron, volvió a perder y en ese momento Groucho pensó que si teniendo de compañeros a los dos mejores jugadores profesionales del mundo no era capaz de ganar a dos jovencitos, es que verdaderamente era muy malo. En realidad, era una consideración poco realista, fruto de un momento de desmoralización. Groucho podría haber seguido jugando –y a buen seguro, divirtiéndose– con compañeros de su mismo o parecido nivel y tomándose los partidos con mayor seriedad. Arthur y su amigo ya eran dos buenos jugadores, en continua progresión y con los suficientes recursos para limitar las intervenciones de Perry o de Vines, que, por otra parte, evitaban apoderarse del juego y arrinconar a Groucho, a fin de que, mejor o peor, jugara y no se sintiera relegado.

Hay buen ejemplo de cómo Groucho podía quitarle seriedad a un partido, con premeditación y alevosía: el Desafío Inglaterra-USA, con Charles Chaplin-Fred Perry y Groucho-Elsworth Vines, respectivamente, celebrado en 1937. Un partido en el que era consciente de que no podía ganar porque Chaplin era mucho más seguro que él y mejor competidor. En Youtube se pueden encontrar documentales del acontecimiento, con la cara de enfado reprimido de Chaplin y de circunstancias de Perry y Vines, conscientes de que estando Groucho en la pista el partido iba a acabar como el rosario de la aurora. Así fue, aunque todos acabaran entrando en la broma que, por otra parte, hizo disfrutar al numeroso público y a los periodistas de prensa, cine y emisoras de radio que siguieron el espectáculo.
Groucho Marx, Charles Chaplin, Ellsworth Vines y Fred Perry
En los partidos en los que la pareja está formada por un jugador profesional y un aficionado, si éste es una persona consciente de sus limitaciones, sin intentar hacer más de lo que puede, pero, eso sí, seguro en aquello que sabe hacer, el profesional juega de forma que su pareja pueda sentirse a gusto, aprovechando sus virtudes y protegiéndole en sus puntos débiles. Así, su aportación al juego del aficionado puede ser muy positiva, aunque a veces su falta de técnica le haga cometer errores. Charles Chaplin, se adaptaba perfectamente a este tipo de partidos porque no intentaba hacer más de lo que podía, pero en lo que sabía hacer, no fallaba. Solía ganar porque se tomaba el tenis muy en serio… y se las ingeniaba para ir siempre con el mejor de los dos profesionales. 

Este tipo de partidos siempre ha sido algo habitual en cualquier club. A este respecto, recuerdo unos partidos que se jugaban en la segunda década de los 70s en el Club de Tennis Gran Vía (luego, L´Hospitalet). Los mejores partidos, con gran diferencia, eran aquellos en los que intervenían Carlos Arranz-Bravo (de un fair-play ejemplar) y un entrenador del club, Jaume (no recuerdo el apellido), contra los dos mejores jugadores del Club, uno de los cuales, Josep Mª Monsó, llegaría a ser campeón de España de veteranos años más tarde. Carlos Arranz, jugaba muy bien este tipo de desafíos, tenía la gran virtud de ver, por la manera de preparar el golpe del contrario, a donde iba a ir la pelota y se anticipaba, voleando con decisión. Eran partidos muy entretenidos, emocionantes y con jugadas espectaculares.

ARTHUR
Como tantos padres –dentro de sus posibilidades–, en cualquier época y punto del globo que escojamos, Groucho se gastaba mucho dinero en los entrenamientos de Arthur. Sin embargo, sus resultados dejaban bastante que desear y empezó a cansarse de perder tantas horas, de sus propios momentos de descanso o de diversión, en desplazamientos para acompañar a su hijo, sin que los resultados, ni su entrega fueran los adecuados a semejante sacrificio. Sabía que su hijo tenía condiciones y estaba dispuesto a apoyarlo cuanto hiciera falta. Perry y Vines le habían confirmado que Arthur tenía condiciones para llegar lejos, así que le dio un ultimátum: o cambiaba de actitud o se acababa el tenis. Arthur tomó nota y se aplicó el cuento. En pocas semanas se notó el cambio y en unos meses dejó de perder con rivales inferiores e incluso a ganar a algunos de los teóricamente superiores, acortando con rapidez la distancia entre él y los mejores del ranking de juveniles y, posteriormente de Juniors. 

Las visitas de Arthur a los estudios eran frecuentes. 
Rodaje de Duck soap, (Sopa de ganso), 1931, Paramount
En 1939 ya estaba en el equipo junior de Copa Davis junto a Bob Falkenburg, Jack Kramer y Budge Patti, todos ellos futuros ganadores de Wimbledon o Forest Hills. En Marzo de 1940 ganó el Hillcrest Tournament a Willis Anderson en la final, por 6/2, 6/3, 6/2, tras eliminar a destacados jugadores de la época. Con 20 años se inscribió en el Torneo de Cincinnati de 1940, un campeonato equivalente en importancia a lo que hoy supone un Master1000. Jugó la final de individuales con Bobby Riggs, ganador meses antes del último torneo de Wimbledon disputado antes de la SGM y nº 1 del ranking. El resultado del partido lo dice todo: 11-9, 6-2, 4-6, 6-8 y 6-1 a favor de Riggs, al cabo de cuatro horas y media de partido. Groucho podía sentirse orgulloso de su hijo. Sin embargo, en Diciembre de 1941 aviones japoneses bombardearon la base aeronaval de Pearl Harbour y con la entrada de su país en la SGM, su trayectoria deportiva quedó interrumpida de golpe. 

Al término de la guerra, cuatro años después, recuperar el tiempo perdido exigía un esfuerzo y una dedicación que Arthur no estaba seguro de poder hacer. Lo intentó. De hecho, jugó diversos  torneos, pero cuando en el Pacific Southwest Tournament de 1946 perdió en segunda ronda con Gardnar Mulloy por 6/4, 6/2, un jugador al que ganaba antes de la guerra y que en ese momento tenía 36 años, once años más que él, vio con claridad que el tiempo no había pasado en balde. De todas formas, perder con Mulloy no debió ser el motivo principal porque dos años más tarde disputó la semifinal de Wimbledon perdiendo con el que sería campeón, Bob Falkenburg y diez años más tarde ganó la final de dobles de Wimbledon formando pareja con Budge Patty a los grandes favoritos, Lew Hoad y Neale Fraser. Como apunte final, Mulloy falleció a los 102 años...
1948, Falkenburg y Mulloy en la semifinal de Wimbledon. 
Bob era hermano de la barcelonesa Eugenia (Jinx) Falkenburg,
 modelo,actriz y periodista
En mi opinión, el principal motivo debió ser el hecho de que su edad le obligaba a trabajar para depender de sí mismo y, si pretendía hacerse profesional, debía ser con una dedicación total y no parecía probable que a pesar del esfuerzo pudiera situarse a un nivel parecido al de los mejores. Consciente de que su momento había pasado pero también de que sus intereses ya iban en otra dirección, decidió dar por concluida su etapa como tenista y dar comienzo a la de escritor, su verdadera vocación.
Arthur Marx a principios de los 90s
Entre sus obras, en diversos géneros, dos biografías, 
su padre y el productor Samuel Goldwyn

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