martes, 14 de mayo de 2019

77 SUNSET STRIP - BAR ORO NEGRO



Fue una serie de detectives de Warner Bros que emitió TVE durante la primera mitad de los 60s. Los actores principales eran Efren Zimbalist Jr, Ed Byrnes y Roger Smith, que, por cierto, dejó la interpretación e ingresó en la lista de managers de esposa-actriz (Ann Margret), que –para quien la ejerce– es una de las ocupaciones más gratificantes que se pueden encontrar.

La pegadiza música de cabecera, compuesta por dos especialistas, Mack David y Jerry Livingston, es el motivo de esta entrada.


En mi recuerdo, la música está ligada a un grupo de estudiantes, unos de ingeniería y de química, otros y al Bar y Club de Ajedrez Oro Negro de Barcelona, situado en el chaflán Diputación-Aribau (lados mar-llobregat). Los estudiantes de ambas ramas no se conocían entre sí, jugaban por separado a dominó, pero el juego los relacionó. Después de las primeras clases de la mañana, de 8 a 12, los aprendices de ingeniero nos saltábamos –a veces– las clases de 12 a 14 y bajábamos de la Zona Universitaria, en Pedralbes, mientras los aprendices de química salían de la Universidad Central, en Plaza Universidad. Al poco tiempo ya compartíamos dos o tres mesas de juego. Jugábamos por parejas y si no había mesa disponible o éramos demasiados jugadores, pero insuficientes para completar una mesa, la pareja perdedora cedía su sitio a otros dos jugadores, sorteados a la ficha más alta. Lo hacíamos así para que nadie se quedara sin jugar.
Izq: entrada por C/Diputación. Centro: barra y ventana que daba al chaflán. 
A la derecha estaba la entrada principal. El local ocupaba medio 
chaflán, el que daba a Diputación. Al fondo del local, unos escalones daban 
a un altillo en el que estaba el wc (en un estado lamentable en esa época)
y el apartado dedicado a las mesas de ajedrez. No había televisión.

La relación con la serie de TV se daba cuando en una partida se producía un empate a siete. No recuerdo de quién partió la idea, pero fue captada inmediatamente por los demás, así que cada vez que ocurría, los cuatro que jugábamos en ese momento golpeábamos acompasadamente con los dedos de ambas manos el mármol de la mesa y tarareábamos la musiquilla del “seven and seven, Sunset Strip”, mientras el coro de espectadores, si lo había, acompañaba. Era espontáneo, divertido y nadie se sintió molesto, por tratarse de algo esporádico, nada escandaloso y de brevísima duración. Con el tiempo, llegamos a jugar con algunos de los parroquianos habituales del local. Así, alguna mesa podía estar compuesta por un jubilado, estudiantes o habituales del Oro Negro, que aprovechaban un rato libre para tomarse algo y jugar al dominó o a la butifarra.


Ahora, que con el próximo 15 de Mayo llego a mi propio “Seven and Seven” –aunque no sea en el Sunset Strip– la memoria se detiene en aquellos compañeros: José Palacio, Just Arús, Blasco, Paco Claramonte, Antoni Poveda, J.C.Perdiguero, Jordi Satué… En clientes habituales: el señor Giné, que posiblemente tuviera entonces los 77 o más, un profesor de la Escuela de Arquitectura, Demetrio, abogado y periodista, que cubrió la Marcha Verde y la entrega del Sáhara y regresó irreconocible... Los dueños del Oro Negro, el Sr. Tomás y la Sra. Pepita, su hija, Asunción, el camarero, Miguel, los jugadores de butifarra, Recasens (el Reca), Llopis, dueño de la tienda de confección de Muntaner-Gran Vía, jugadores de ajedrez conocidos, como Soria, que jugaba con los aficionados más experimentados, no sé si por dinero o por la consumición. Esporádicamente aparecía el hijo de Tomás y Pepita con un espectacular coche deportivo y su esposa, una deslumbrante rubia de aspecto nórdico.



Los estudiantes nos jugábamos cinco duros por partida, que entonces era mucho, sobre todo teniendo en cuenta nuestras posibilidades. Como referencia, un periódico costaba dos pesetas y una entrada de cine de estreno, entre quince y veinticinco, más o menos. Se pagaba en el acto y era ocasional dejar a deber algo, que, de todas formas, siempre se devolvía rápidamente. Los fines de semana no aparecíamos por el local, excepto cuando había partida  de alto nivel, con cuatro jugadores fijos, los sábados por la noche. Las partidas ya eran de diez duros, así que perder la rueda -cambio de pareja en cada una de las tres partidas- suponía un descalabro económico. Descalabro bastante probable porque dos de los jugadores eran fijos, Claramonte y Blasco, que tenían un nivel superior a cualquiera de los demás.

Pasados algunos años, el dominó quedó arrinconado y el bar se convirtió más bien en un lugar de encuentro. Allí se gestó un Campeonato de tenis entre algunos del grupo, que se jugaba en las pistas de Can Guitart Vell, en Cervelló, que terminó como el Rosario de la Aurora por un exceso de soberbia y tontería por mi parte, aunque Blasco tampoco se quedó corto. Tardé años en darme cuenta de que me había comportado como un verdadero imbécil aunque tuviera parte de razón.

También allí conocí a los actores que protagonizaron mi primer cortometraje en formato Super-8: uno era el doble de Joan Manuel Serrat y el otro, cuyo nombre lamento no recordar,, un actor de fotonovelas. Curiosamente, hasta no ver las pruebas, no me di cuenta de que yo también había incurrido en un error que pasa hasta en las mejores familias (Estudios): papeles cambiados.
Rodando en el Turó del Putxet. Filmó Martí Montserrat, 
un compañero de trabajo de mi hermana Rosario en Publivisión.
Yo estoy a su lado y en un banco están los dos actores. 
La foto la hizo y la reveló José Palacio -amigo desde el 
Parvulario del Col.legi Sant Miquel-, con un material rudimentario
En fin, volviendo al principio, termino el trabajo golpeando la mesa –que no es de mármol- con los dedos de ambas manos juntos, tarareo el seven and seven sunset strip.







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