domingo, 26 de abril de 2015

LIBROS QUE DEJARON SU HUELLA

LISTA PERSONAL DE LIBROS 
infancia y adolescencia: los libros no comprados


En mi opinión, las listas, sean de libros, de películas o de cualquier otro tema susceptible de ser clasificado en un orden de calidad, trascendencia o de atracción, deberían ser personales, que, al fin y al cabo es lo que son las que periódicamente se publican, aunque en ese caso, para confeccionarlas, se hayan reunido un grupo de eminencias sobre el tema en cuestión. Estas listas oficiales en ocasiones pueden resultar desconcertantes, tanto por lo que aparece en ella como por lo que se omite.

Sólo con que alguien fuera capaz de reunir unos miles de listas personales con los libros preferidos, computar los datos y con ellos confeccionar una lista, creo que sería más representativa. En ella puede estar, ¿por qué no?, cualquier obra -mayor o menor-, siempre que haya sido capaz de divertir, conmover o hacer reflexionar a la persona que la leyó, y mantenerse en su recuerdo; por más que sus gustos o su pensamiento hayan evolucionado hacia otro tipo de obras.


Esto lleva a confeccionar nuestra propia Lista lista por épocas de la vida: la Infancia, la Adolescencia, la Juventud, la Madurez, la Vejez... y a partir de cada una de ellas ir a parar a una Lista General, con todas las infancias, adolescencias, etc. Con la flexibilidad lógica de las circunstancias de cada persona. Es decir, que si a una persona escogió leer el "Ulysses" o "El Quijote" por propia voluntad y le emocionó a una edad temprana -los 14 años, por ejemplo- pues estará en su lista de la adolescencia, y si a otra (o quizá la misma, quién sabe) fue "Los tres mosqueteros" la obra que le impactó a los 60, pues aparecerá en su lista de la Vejez. 

No necesariamente estarán en ella las obras cumbres de la Literatura infantil, juvenil o de cualquier otra edad, por el mero hecho de que hayan sido señaladas como tales. Aparecerán si verdaderamente provocaron unos sentimientos que otras no consiguieron, pero no por otro motivo. 

Ocupado su sitio cada obra esencial, años después ya no tendrá nada o muy poco que ver con los gustos o inquietudes que ocasionó en su momento, pero mantendrán su significado y la constancia de que cuando se produjo, lo sentido fue algo esencial en la distracción o la formación -todo es factible- y dejaron una impresión muy fuerte en la persona, cualquiera que fuera su edad. 

La primera lista, la que corresponde a la Infancia, es diferente a las demás y prima en ella lo sentimental. Son libros no escogidos. Por más que hayan gustado fueron escogidos por otra persona, que, evidentemente acertó en la elección, de lo contrario no hubiéramos leído el libro varias veces y lo estaríamos incluyendo en la lista.

Hace unos días, anticipándome al DÍA DEL LIBRO 2015, coloqué en mi página (muro) de facebook las portadas de algunos de los libros leídos durante la infancia y primera juventud. Ahora, con más detalle, explico someramente el porqué de cada libro.

Algunos los dejaron los REYES MAGOS en el balcón la Noche del 5 de Enero; el RATONCITO PEREZ debajo de la almohada cuando se me cayó un diente -a veces dejó una golosina o un pequeño juguete- o personas muy queridas me los regalaron por mi santo o mi cumpleaños. Provienen, pues, de regalos y al no ser escogidos por mí, la impresión podría suponerse casual, pero que no lo fue lo explica el hecho de que los leyera íntegramente, sin abandonarlos, e incluso los releyera en varias ocasiones y los conserve; más que el mero hecho de que no hubiera elección entre otros.

En los pies de foto añado características que pueden resultar interesantes acerca de los libros -editorial, autor, ilustrador en algún caso- o detalles complementarios que, sin duda, serán comunes a muchas personas, como librería, circunstancias de la época o detalles personales que, en realidad, no lo son tanto porque muchas personas han vivido vivencias parecidas.



JOSÉ Mª RIEUSSET, EDITOR
Barcelona, Sepúlveda 88.
Es bastante probable que sea el primero que me trajeron los Reyes Magos, hacia 1946. 

Los libros de los 1940s tenían una calidad de papel muy pobre, fueran españoles o hispanoamericanos. 

En España, a partir de los 50s, mejoró, aunque en las ediciones de bolsillo siguió siendo baja, en general, durante muchos años.











EDITORIAL MOLINO, Buenos Aires. Versión española, José Mª Huertas.
Dibujos, Emilio Freixas. Reyes de 1950. La letra de la dedicatoria es de mi madre.


¿La escribió porque ya me había enterado de quienes eran los Reyes?
Aunque han pasado seis años desde la edición de Dumbo la calidad del papel sigue siendo muy baja.

La labor de Emilio Freixas fue muy amplia: portadas de libros y revistas, ilustración de libros, publicidad, carteles... y algo menos conocido, su labor docente en la enseñanza del dibujo, en libros y cuadernos, de los que recuerdo haber visto alguno en casa.






EDITORIAL ATLÁNTIDA, Buenos Aires. Edición nº 20 del libro, en 1947 (1ª en 1927).
Autor, CONSTANCIO C. VIGIL (Uruguay, 1876; Argentina, 1954). Dibujos, FEDERICO RIBAS (Vigo, 1890, Madrid, 1952). Un libro absolutamente maravilloso.

Un recuerdo que no tiene que ver con el libro y que es común en otros de esa época:
Dentro, entre sus páginas, he encontrado pequeños recortables dibujados por mi hermana Rosario a los 11 o 12 años. Los tres hermanos, como nuestra madre, éramos bastante aficionados a guardar notas, dibujos o pétalos de flor entre las paginas.








JOSÉ BALLESTA, EDITOR. Buenos Aires.
Biografías, EMILIO PEREZ. Ilustraciones, HERMENLIN.
De la misma colección, a mi hermano Juan los Reyes le trajeron El dueño del mundo,
de Julio Verne, adaptado por Elianne de Vignen, y a mi hermana Rosario, Leyendas de Oriente, de Francisco Lanza, con ilustraciones de R. Fortuny












Los de la adolescencia ya fueron elegidos por mí, en mi casa o en la de mis abuelos, buscando entre los que había. También en la biblioteca del Instituto Jaime Balmes de Barcelona. Todavía no estaba en condiciones de comprar y el poco dinero de que disponía lo empleaba en tebeos, cromos y pequeñas publicaciones, generalmente de tipo deportivo, de aviación o de historia. o todo lo que salía del que fue el único ídolo de mi infancia, el jugador del FC Barcelona, Ladislao Kubala.



Lo compró mi hermano en la Librería Astrea
(Rambla de Cataluña, 117, Tfno. 73403). 

Estaba en la esquina con Rosellón y, si existiera todavía y usando una nomenclatura actual para calificar ciertos comercios o enclaves, era una librería "con encanto".

En el camino de vuelta, Instituto Balmes-Casa pasaba con frecuencia por delante y me paraba a curiosear cada vez que veía cambios en los escaparates. 




En el interior del libro, junto a una foto del autor -precísamente la que añado- y su firma, la semblanza: "Novelista, poeta e investigador literario contemporáneo. Nació en Estados Unidos el 17 de mayo de 1908". 

Es un autor, y una obra en este caso, que no me explico que haya caído en el más absoluto de los olvidos. De una de sus novelas, Los conspiradores, se hizo una versión para el cine en 1943, dirigida por Jean Negulesco e interpretada por Paul Henreid y Hedy Lamarr.








Mientras la ciudad duerme, se lo regalamos a mi madre por su cumpleaños. La Televisión no había llegado a España y ella seguía la versión radiofónica de la novela, en EAJ-15, Radio España de Barcelona. bueno, y mi hermana y yo, también. Estaba muy bien hecha, con un excelente cuadro de actores dirigido por José Joaquín Marroquí, con Juan Luis Suari y María Luisa Solá

Radio España la recuerdo como una buena emisora en la que trabajaron profesionales que luego pasaron a la televisión. Ya destacaba Joaquín Soler Serrano que, entre otros programas, se encargaba de Cascabel, cuentos narrados que con su manera de contarlos hacía muy entretenidos. Serrano se fue a Venezuela, en donde tenía oportunidad de hacer televisión y regresó a España años después, en donde a pesar de no tenerlo fácil porque TVE-Barcelona era un coto cerrado y en la Radio la competencia era notable.





En la foto de la portada de la revista Correo de la Radio, están María Luisa Solá y Juan Luis Suari, protagonistas de la versión radiofónica de Mientras la ciudad duerme. La foto la he bajado de la página de Santxe, Manga Classic.



EDICIONES DEL ZODIACO, Barcelona. Colección EL CLUB DE LOS LECTORES. Traducción de José Farrán y Mayoral. Impresor, C. Puig. Escorial, 16.

Este libro no recuerdo como llegó a mis manos pero es bastante probable que lo comprara en el Mercado de San Antonio, un domingo por la mañana, o en la Feria del libro de Ocasión en Septiembre, me atrajera el título de forma irresistible y llevara suficiente dinero para comprarlo.

La calidad del papel había mejorado y el formato del libro era pequeño, como medio folio.

La coleccción completa de 12 libros sobre la Primera Guerra Mundial la compré en los 70s, pero los que me atrajeron en su momento de la edición original los fui sacando en préstamo de la Biblioteca del Instituto Balmes, simultaneándolos con otros de historia de la aviación.  Me trae un recuerdo lamentable:
Un viernes que salía de la biblioteca dirigiéndome al salón de Actos para ver la película de la semana, un mal encuentro: me crucé con el DIRECTOR del Instituto, Sr. Chinchilla, que había tenido de profesor de matemáticas en 2ª de bachillerato. me expliqué y su respuesta fue que esas no eran horas de estar por allí, me dió un puñetazo en el pecho y se fue. Nunca me ha había pasado algo así  ni me volvió a pasar. El puñetazo me cortó la respiración, me quedé recostado contra la pared boqueando como un pez que han sacado del agua y cuando me recuperé fui a ver la película, que ya estaba empezada. No lo comenté con nadie.





Esta novela, del médico Frank G. Slaughter, la sacó en préstamo mi hermano Juan de la biblioteca de la Casa de América. Le eché el ojo porque parecía del Oeste y la leí.

¿Por qué está en esta lista de libros que dejan huella? Por esta frase que me cogió en un momento de cambio de la infancia a la adolescencia:
"...la vió salir del agua con sus senos erguidos como copas de alabastro".

Estuve releyendo esa página hasta que mi hermano devolvió el libro.



EDITORIAL NOGUER, 1959.
Los vecinos del 4º, 2ª, los Sres Abellán con los que manteníamos una excelente relación nos regalaron un libro a mis hermanos y a mí. El de Juan no lo recuerdo, el de Rosario fue "El gatopardo" y el mío, "Platero y yo", de Juan Ramón Jimenez, reciente entonces el Premio Nobel de Literatura. A Rosario le atrajo Platero y cambiamos los libros, aunque igualmente leyéramos los tres. 
Los Sres Abellán no tenían hijos, aunque cada uno tenía trece o catorce hermanos. En verano, algunas noches conversábamos, después de cenar, en los balcones que daban a la calle Aribau, mis hermanos y yo y en ocasiones también mi madre. Algunas noches mi padre se había ido a su tertulia en el Café Navarra, en Pº de Gracia-Caspe y, si nuestra peculiar tertulia se había alargado, lo veíamos regresar andando o, si había vuelto en tranvía, tirándose en marcha en la esquina de Aribau-Córcega, en donde el 54 y el 66 giraban.

Con los 18 recién cumplidos, me apresuré a hacerme lector de la Biblioteca de Catalunya, que desde el fin de la Guerra Civil, en Abril de 1939, se impuso que pasara a denominarse Biblioteca Central

A partir de aquí empieza otra lista.


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