miércoles, 18 de diciembre de 2013

DETRÁS DE...

DETRÁS DE TODO GRAN HOMBRE 
HAY UNA GRAN MUJER
¿O DETRÁS DE
LO QUE SEA EL INDIVIDUO EN CUESTIÓN, 
HAY ALGUIEN "CLAVADA" A ÉL?


NERON Y POPEA, VERSION "QUO VADIS"

NERON EN PLENA FAENA
RASPUTIN

La Zarina
A veces, detrás, hay más de una...
En su elemento...

-"¿Auriculares, yo? ¡Hombre, por favor! ¡Hasta aquí podíamos llegar!"

-"Sabía que no me defraudarías"
-"No, bueno, para defraudar, ya están los que me colocaron donde estoy..."

La recién imputada... con el heredero de Esperanza 
Si tienen dudas...

... no solamente tienen a una, sino que tienen a todo el APARATO del partido detrás,
con la misma claridad de ideas...
Sólo eran pareja de hecho, pero funcionó a la perfección

viernes, 5 de julio de 2013

JUANJO Y ANA

JUANJO Y ANA
Este es un recuerdo que me ha llegado a través de un medio inimaginable hace tan sólo unos pocos años: la Red Social por excelencia, Facebook. Como la mayoría de vías de llegada de recuerdos, por puro azar. También, como todas, ha dado lugar a la formación de una cadena de hechos pasados y personas conocidas, eslabones de un pasado querido y en algunos casos, añorado.

El primer eslabón ha sido una foto de la página -el muro, lo llaman los expertos- de Alex Delafuente sobre el «Torneig del pernil», a celebrar en el Club de Tennis L’Hospitalet. 
El segundo eslabón, la página del CTL’H. El club ya no es lo que era, desgraciadamente, pero todavía subsisten algunas cosas. Mientras echaba un vistazo apareció un nombre, Marc Santos, uno de los entrenadores del club y tercer eslabón de la cadena.
El cuarto fue uno de sus amigos en Facebook: Jorge Ahumada; Jordi, como le llamábamos habitualmente quienes le tratamos en aquella época. A través de él  he llegado a los siguientes eslabones, los fundamentales: su hermana,  Ana Ahumada, su esposo, Juanjo Berrio, y sus hijos, Israel y Virginia.

Quizás, después de Juanjo Berrio, debiera haber añadido, «que en paz descanse» o «que Dios tenga en su gloria», pero los que tuvieron la fortuna de conocerlo saben que es  innecesario: dio tanto a los demás con su manera de ser que, allá donde esté, se sentirá feliz al apreciar lo que le añoran las personas a las que más quiso y como le recuerdan aquellos que disfrutamos de su generosidad, su alegría de vivir o por ser testigos de que su claridad de ideas iba acompañada de un espíritu emprendedor innato, que las convertía en realidades.

Realmente, las personas como él no desaparecen nunca, están siempre a nuestro lado porque somos conscientes de al menos tres cosas: su manera de ser, es la buena; seguir su ejemplo, lo aconsejable y afrontar las dificultades de la vida sin amilanarse, algo imprescindible.

Al ver las fotos en la página de  Ana, junto a la tristeza y el dolor, queda la constancia de su entereza, la impresión de que fue capaz de animar y reconfortar a quienes sufrían por él y de la continuidad -frente a la adversidad- de un semblante que siempre dio confianza y trasmitió optimismo.

También, la alegría de ver a Ana, con aquella niña -que yo recordaba con seis o siete años- la ha convertido en abuelita. Una abuelita que, no me cabe la menor duda, seguirá siendo una rival muy difícil de batir, sea en una pista de tenis o en un campo de golf.

Inmediatamente me he puesto a buscar entre las fotos que conservo de aquellos años del CTL'H. Me he detenido en una que hice al equipo que Juanjo patrocinaba, y en el que jugaba cuando su trabajo se lo permitía: Stadium Mobel. Allí está con el inefable "manager", Just Arús, El hermano de Ana, Jordi Ahumada, Ramón Sort, el Dr. Broncas (alias "Ramón Balcells"), JM Saez (Tanque 1), Hernán Cortés y otros.

Afortunadamente, las buenas personas nos acompañan y su recuerdo, lejos de entristecernos, nos reconforta, porque sabemos que gracias a ellas somos un poco mejores.

Euge.

sábado, 6 de abril de 2013


CUARTA ENTREGA DE LAS NARRACIONES DEL SEMINARIO DE ESCRITURA

En este caso no se trataba de continuar un texto previo de Manuel Avilés 
sino de escribir dos cartas de amor, una heterosexual y otra homosexual. 
Como suele ser norma de mi casa (literaria), hice una interpretación libre del tema. 
Por cierto, todo parecido con personajes reales es mera coincidencia.
Bueno, casi...

CARTA DE AMOR HETERO...

Querida Melibea:

Desde la primera vez que te vi jugar un doble-mixto supe que eras la compañera de juego ideal. Teniendo en cuenta que eras muy segura y no te encogías por la presión de los contrario me resultó incomprensible la cantidad de bolas que te robaba tu pareja. En ese partido era tu marido. Sólo una mujer dotada de las más excelsas cualidades deportivas y humanas -o la Madre Teresa de Calcuta, en su defecto-, podía aguantar a semejante imbécil, partido tras partido, sin partirle la raqueta en la cabeza. El día que decidiste divorciarte de él, te felicité mentalmente y aunque algo tarde, consideré que habías hecho lo correcto. Como puedes imaginar, también me felicité a mi mismo porque me daba la oportunidad de declararte mi amor. Ha sido una larga espera, mantenida en silencio, aunque mucho me temo que era un secreto a voces. 

Hacía tiempo que te notaba en la mirada, en algún gesto aislado y rápidamente controlado y en tu actitud en la pista que estabas llegando al límite. Incluso había llegado a comentarlo con algunos conocidos, alguno de los cuales también se muere por tus huesos, de ahí mi rapidez en declararte mi amor. Con tantos buitres al acecho era preciso ser diligente y no dejar para más tarde la petición de mano, aunque te pueda suponer una cierta presión añadida. No sientas remordimientos por la decisión tomada: has hecho lo correcto. Te encaminabas, lenta pero inexorablemente, a elaborar la última gota destinada a colmar el vaso de tu paciencia. 

Afortunadamente, el momento ha llegado y tu calvario -y el mío- ha terminado. Ahora, liberada por fin del yugo que te oprimía, estás en condiciones de dar de sí todo cuanto atesoras en tu interior: visión de la jugada, variedad de juego, capacidad de improvisación para adaptarte a las diversas circunstancias del partido y, sobre todo, dar cauce a tus enormes condiciones para jugar en la red, tanto tiempo reprimidas por ese mal nacido. Voleas bien, tienes reflejos, serenidad y sabes escoger el momento adecuado para cruzarte, condiciones básicas para ese tipo de juego. Ya no tendrás que pudrirte por decreto en el fondo de la pista, corriendo como una posesa de lado a lado de la pista sin que tu compañero haga nada para evitar que te machaquen.

Conmigo, amor mío, ganes o pierdas, podrás sentirte satisfecha con tu juego y de tu pareja. Te consta: las pocas veces que hemos tenido ocasión de jugar juntos nos hemos compenetrado e independientemente del resultado, nos hemos divertido. 

Te quiero, Melibea. Nada me puede hacer más felíz que compartir mi vida tenística contigo en el triunfo y en la derrota. En las alegrías y en las tristezas. En la red, avasallando a los contrarios o en el fondo, pasando bolas como «paparras» mientras esperamos la oportunidad de atacar. Reconociendo los méritos de los contrarios, sin buscar excusas peregrinas para justificar las derrotas o ganando con naturalidad, sin hacer de la victoria la noticia del año. 

Díme que me amas, Melibea y deseas unir tu destino al mío, hasta que los achaques o las lesiones nos impidan seguir jugando. Nada me puede hacer más felíz. ¿Sabes?, algunas noches sueño despierto viendo escrito en el cuadro de partidos el cruce Federer-Sharapova versus Calisto y Melibea. Siempre ganamos y, en los discursos que siguen a las entregas de premios, emocionamos a todo el personal con nuestro verbo florido. ¡Hasta la Duquesa de Kent llora cuando nos entrega el trofeo!

Te quiere, Calisto.



Y ésta es la segunda (espíritus sensibles, abstenerse)

CARTA DE AMOR HOMO... 

Querido Roberto:

Sabes, porque hace años que nos conocemos, que siempre te he deseado y me consta que tú compartes ese sentimiento. Nada nos hubiera hecho más felices que salir del armario y formar una pareja estable con todas las consecuencias. Las circunstancias nos han impedido manifestar públicamente nuestro amor e, incluso entre nosotros, el pudor nos ha impedido hacerlo explicito. Hoy, por fín, los obstáculos que lo impedían han desaparecido, podemos hacerlo y unir nuestras vidas.

Para que fuese posible ha tenido que morirse Pedro, tu compañero de dobles, de un infarto fulminante. Es algo que le puede pasar a cualquier deportista aficionado, aunque fuera propiciado por el cabreo monumental que pilló en su último partido. Total porque fallaste una bola fácil que decidía el match a vuestro favor, después de que corriera como un poseso, con la lengua fuera y resoplando como un búfalo en estampida, defendiendo el punto. Realmente, fallaste una bola que era para matarte. Sin embargo, ¡mira por dónde!, el que se murió fue él. ¡Qué fuerte!...

Lo mio ha sido más fácil porque tanto Luis como yo hacía tiempo que no nos soportábamos. Te consta porque lo habíamos comentado más de una vez. Al no encontrar el sustituto adecuado, seguíamos, aunque la relación dentro de la pista no era buena. La decisión se tomó después del último partido que jugamos. Te lo cuento porque no tuviste ocasión de verlo. Jugamos contra Lopez y Serrat. En principio eran superiores por su compenetración y bajo porcentaje de errores no forzados. Sin embargo, nosotros teníamos el día, sobre todo Luis. Sacaba fuerte y colocado, acertado en la volea y el smash y aguantaba la bola con paciencia desde el fondo. Yo me cruzaba en el momento adecuado en la red y estando atrás, globos a punta pala, para que él pudiera decidir. Todo iba sobre ruedas hasta que con 5-2 y sacando Luis para decidir el set, escuché por primera vez en el partido el fatídico sonido de su saque cortado y con efecto: doble falta. Me fui a la derecha con el corazón encogido por un mal presentimiento. Nuevo saque cortado. Entró pero quedó corto y permitió que Serrat, relamiéndose de gusto, ya lo conoces, restase sobre mí y no me agujerease de milagro. Perdimos el juego, le armé una bronca monumental por cambiar de táctica sin necesidad y, a partir de ahí, una serie de despropósitos. Consecuencia: divorcio fulminante de común acuerdo. 

Como no hay mal que por bien no venga, ahora los dos somos libres y podemos casarnos. Sí, casarnos. En Tenis, una pareja de dobles es un matrimonio en toda regla. Quizás hubiera sido mejor hablarlo pero ya sabes que por carta me expreso mucho mejor. Hemos jugado juntos en bastantes ocasiones y en ningún caso acabamos disgustados. Somos aficionados, conscientes de que los problemas están en el trabajo o en otros ámbitos y que jugamos para mantenernos en forma y divertirnos. Nos tomamos muy en serio el deporte, intentando hacerlo lo mejor posible, pero la búsqueda del triunfo no justifica los medios ni que se pierdan los papeles cuando las cosas se tuercen. 

Te lloverán las ofertas porque eres el tipo de jugador que no baja de nivel, cualquiera que sea el adversario e incluso, se crece si se le supone inferior. Has ganado partidos en los que no partías como favorito y he disfrutado viéndolos. Yo sabía que era un error darte por derrotado de antemano.

Te aseguro que te seré fiel hasta que los achaques nos retiren de las pistas y podré poner punto final a mi larga lista de divorcios porque, por fín, estaré con quien deseo. 

Te quiere, Calisto

jueves, 21 de marzo de 2013



ENAMORAMIENTOS DE CINE

A raíz de un escrito de mi amigo Euge sobre los Amores de Cine y los impulsos que pueden llegar por este concepto y al mismo tiempo, la extrema sensibilidad que vive el enamorado mitificando a ese ser que en ese momento o en miles de momentos siguientes o a lo largo de toda su vida le dedica en cuerpo y alma, bien pues no pude evitar recordar y revivir tal experiencia en mi vida y a muy corta edad.

 Supongo o quiero suponer que debía ser durante el mes de mayo o junio de pasado ya el meridiano de los años 60, no creo ni que llegara en esa época a los 10 años, pues bien, tenía una vecina justo en la puerta de delante de la mía que trabajaba en lo que se denominaba “taquillera de cine” , ya entonces era bastante mayor o desde mi prisma yo la veía muy mayor que, ahora ni me atrevería a ponerle edad porque probablemente estoy incluso por encima de la que entonces debía tener y como es lógico si dijera un número u otro es más que probable que pudiera herir sensibilidades, las mías primero.

Pero bueno, no debo irme por las ramas, corría las fechas que os indico y la buena señora, después de pedirle permiso a mi madre me llevó a ver una película en el cine que ella trabajaba “EL ARISTOS”. Este cine se le consideraba un cine de “estreno” eso significaba que no era de sesión doble y fui a ver “Guapa, Intrépida y Espía” protagonizada por Raquel Welch y Tony Franciosa que, para nada era apta, bueno y además tenía los cortes necesarios de la “censura” y ni se hubiese podido pasar por la cabeza haber dejado entrar un niño. Entiendo que por este echo, la pobre Sra. Carmen supongo que se ganó el infierno o quizá años más tarde, después de muerta, le ocasionó estar una buena temporada en el Purgatorio que era una sala especial; pero bueno de eso ya hablaremos otro día.

Bien, como iba diciendo después de presentarme al acomodador y algún que otro trabajador que no me acuerdo, entramos a la sala que me pareció majestuosa y de una manera bastante discreta (por la edad) me sentaron en una butaca que la verdad, me pareció muy cómoda y no precisamente estaba rodeado de gente. Con los nervios lógicos de un niño que va a un cine de estreno a ver una película de mayores, ésta empezó y la verdad que no me acuerdo ni del argumento ni si tan siquiera me llegó a gustar; pero si me acuerdo de Raquel Welch (El cuerpo), resulta que la tal Raquel se tiraba en paracaídas con un “mono” rojo y ceñido espectacular y a mi corta edad reconozco que me enamoré, bueno lo se porque notaba yo que no me apetecía para nada ir a jugar a futbol, ni estar con mis amigos, ni nada de lo que hacía habitualmente; pero tampoco sabía qué era lo que me pasaba, sólo recordaba aquella melena al viento, el “mono” rojo y aquellas curvas que eran espectaculares pero que, dentro de mi lógica inocencia sabía que me gustaban; pero no llegaba a entender por qué y por qué tanto. Si a eso se le añade que tenía que esperar que acabara la Sra. Carmen de vender entradas, pues vi a la Raquel Welch, nada más y nada menos que casi tres veces en las tres sesiones que daban la película. No obstante, ya una vez empezada la última sesión vino a buscarme y nos fuimos, yo flotando y pensando en Raquel, mientras la Sra. Carmen me preguntaba si me había gustado la película y yo le respondía que mucho, viendo como se tiraban en paracaídas.

Mi enamoramiento fiero y loco, terminó con la misma rapidez que empezó; pero quedó lo que decía al principio, la sensibilidad, el cariño del recuerdo. También tengo que decir que ha durado siempre mi admiración por esa actriz en todos los aspectos. Ya más tarde, en otra de sus películas que se llamaba “Hace un millón de años..” la admiración fue distinta y entonces ya no jugaba con mis amigos en la calle y parece mentira que para la época que era… un millón de años atrás, lo bien que se podían hacer “bikinis” con pieles de animales… increíble!.

Mi último enamoramiento cinematográfico, nada más y nada menos que de “Sharon Stone” curiosamente somos de la misma edad, a su favor hay que decir que ella se maquilla.

Cuándo me enamoro de ella? Como es evidente viendo la película “Instinto Básico”; pero no precisamente en el momento del “cruce de piernas” que, si bien es muy bueno, no me impactó tanto como toda la película en general.

En cambio, ese estado idílico me duró justo hasta el final de ese mismo año del estreno, porque se le ocurrió hacer el anuncio de una conocida marca de “CAVA”, hasta ahí perfecto, el problema fue que la peinó y le cortó el pelo, para mi gusto, el enemigo público número uno (que es el título de otra película) y que no se de quien se trataba; pero que después de los años, tendrían que quitarle la licencia de peluquero y destrozó e hizo añicos mi bola de cristal.

Cuando escribo estas líneas y ya termino, no puedo evitar pensar en el niño aquel sentado en esa butaca de la fila “no me acuerdo”, levantándome para coger la mano de la Sra. Carmen y mientras voy saliendo dirección a la calle observo cómo el CINE ARISTOS, va cambiando para convertirse en “TEATRO MORATIN”, apenas doy unos pasos más y se transforma otra vez y me saluda “BELLE ÈPOQUE” y por último cuando estoy a punto de salir a la calle estoy en la puerta de “LUZ DE GAS”, le sigo dando la mano a la Sra. Carmen y veo en sus ojos una pequeña lágrima y ella se queda mirando en la esquina superior izquierda, todavía hoy se puede leer a modo de homenaje una palabra encantadora y llena de nostalgia “ARISTOS”.




martes, 19 de marzo de 2013


3ª NARRACION 
(a partir de un texto recomendado, en azul))

Este sitio es un lugar inmundo. Nadie conoce a nadie, nadie se preocupa de nadie. Todos sospechan de todos y todos vigilan a todos. Yo observo de reojo a quienes están a mi lado lo mismo que ellos me observan a mi.

Si en la próxima Legislatura no conseguimos formar grupo parlamentario propio me doy de baja del Partido. ¡Estoy harto del Grupo Mixto! No aguanto más formar parte de una pandilla de insatisfechos que no sirve para nada, empezando por mí. Ni siquiera podemos sentirnos útiles cuando el partido que gobierna no dispone de mayoría absoluta. Si cuenta con apoyos claros y estables no tiene necesidad de negociar con nosotros. Los únicos debates dignos de tal nombre se producen en proyectos irrelevantes, cuando al Gobierno no le preocupa el resultado. Sabe de antemano que dispone de margen de maniobra suficiente para sacar adelante su propuesta. 

¿Cómo es posible que se nos margine de esta manera cuando entre todos los partidos que lo componemos sumamos cerca de un millón y medio de votantes?
Y entre quienes nos consumimos por no poder hacer cuanto quisiéramos, ¿a santo de qué tanto mirar de reojo y vigilarnos unos a otros para averiguar que vota cada cual? ¿Por qué he de sentir los ojos viscosos de Ruperez fijos en la mano cuando extiendo el brazo para tocar el maldito botón? ¡Como si fuera un asunto de vital importancia el asunto que se debate!... Bueno, en la mía y en la de todos los del grupo; no olvidemos que luego tiene que pasar el informe al Presidente de la Cámara; que ya sabemos todos de qué pie cojea Ruperez: se está trabajando, voto a voto, el cambio de Partido. 

Si digo que aquí nadie conoce a nadie puedo resultar exagerado, pero en algunos aspectos es una verdad como un templo... ¿Qué sé yo de Seguí, de Roca, de Sanchez, si ni siquiera he cruzado unas palabras con ellos en los pasillos o en el bar? Somos extraños y, lo que es peor, no parece preocuparnos. 

Tendría sentido vigilar lo que hacen tus colegas si la situación fuera de mayoría relativa inestable. Un Gobierno abocado a unas votaciones en la que nuestro voto pudiera resultar crucial para aprobar o rechazar la propuesta debatida, tendría que negociar. Por otra parte, se dan circunstancias en las que ni yo mismo tengo claro qué debo votar, por mucho que lo haya analizado o, incluso, discutido con otros. Debe notarse y es lógico que les pique la curiosidad. Al fín y al cabo, ¿quienes somos?: cada uno es de su padre y de su madre. Mi caso, por ejemplo: único representante de mi partido, con 140.000 electores. Y hay cuatro más en idénticas condiciones y posiblemente con parecidas dudas en momentos concretos. Tiene cierta lógica, pues, que nos intrigue averiguar su decisión.

En un plan más superficial, es comprensible. Hasta resulta divertido. Sobre todo cuando comentas con los más afines del Mixto las maniobras para que nadie pueda ver el botón que tocas, aunque a la mayoría nos tenga sin cuidado que se sepa. Como, por ejemplo, adivinar lo que hará Antunez, especialista en hacer lo contrario de lo anunciado. Con éste puedes jugarte un huevo y parte del otro a que si en el último momento recibe una propuesta directa o a través del móvil, que le induzca a volverse atrás en lo pactado, no va a dudar en hacerlo.

De todas formas, tampoco es algo que se pueda criticar en exceso. En Política, las circunstancias pueden cambiar en cuestión de horas. El Conde de Romanones, un maestro del Cinismo, dijo en cierta ocasión: «Caballeros: esto es definitivo... Naturalmente, al decir definitivo, me estoy refiriendo a las próximas 24 horas»
Menos mal que hay gente como la Vidal que cuando anticipa lo que va a votar, lo mantiene aunque arda Troya. No se casa con nadie. No siempre llego a acuerdos con ella, pero al menos cuando lo consigo, es de fiar.

¿Qué están haciendo esa pareja que está sentada dos filas más abajo? ¡Que hijos de puta: están jugando al «apalabrados»! Un día que se dignan aparecer por el Congreso y se ponen a jugar con la tableta... Y nosotros, que tenemos propuestas, iniciativa y ganas de trabajar para lo que hemos sido elegidos, nos pudrimos aquí, impotentes; mientras esos malnacidos cobran, ¡por jugar al «apalabrados»! 

¿Grupo Mixto? ¡Los Desubicados, eso es lo que somos! Amontonados en un rincón del hemiciclo, casi invisibles, sin que ninguna cámara nos enfoque y tan ignorados que si a alguno le da un infarto, se muere antes de que le atiendan. Y a veces ni agrupados, porque nos colocan en los huecos que hay y, cuanto más separados unos de otros, mejor.
¿He sido yo quien ha dicho que «si no conseguimos formar grupo parlamentario propio en la próxima legislatura, me daba de baja del Partido»? 

Divina inocencia. Si con los que somos podríamos hacer el próximo Congreso Extraordinario en el comedor de casa, ¿cómo vamos a llegar a los cinco diputados imprescindibles? Bueno, eso de imprescindibles... Si se está en la onda del partido del Gobierno siempre se encuentra el resquicio ilegal preciso para que se pueda formar grupo propio. Así el portavoz pueda colaborar en la tarea de dar coba al Gobierno y caña a la Oposicion. Y además, se dispone de mucho más tiempo del que correspondería si se estuviera en el Grupo Mixto.

El nuestro es un caso típico de partido castigado por la Ley D`Hondt. Con otro sistema podríamoa haber llegado a cuatro o cinco diputados y tendríamos nuestro propio grupo parlamentario. Pero, en fín, lo cierto es que soy un pobre diputado rodeado de algunos lobos y de un montón de borregos. Bueno: pobre, pero honrado. Como las huerfanitas de las novelas por entregas que leía mi abuelita. 

¿Me rescatará de mi humilde condición alguna eminencia gris de un partido importante? ¿Alguien que considere que soy la persona adecuada para sacarlos de la mediocridad?
Creo que empiezo a desvariar. ¡Madre de Dios, lo que hace el aburrimiento!
¡Odio a los que convierten este lugar en un sitio inmundo!

miércoles, 27 de febrero de 2013


2ª NARRACION 
(a partir de un texto recomendado, en azul)


Tengo que procurar no hacer ruido. Me duele cada hueso, cada músculo, cada milímetro cuadrado de mi geografía. Se que me están buscando, oigo sus pasos. No se si aguantaré. Es la lucha, mi lucha para sobrevivir.

¿Cómo he llegado a ésto? ¿Cómo empezó? Me cuesta recordarlo, es todo tan confuso... La situación me sobrepasa, bloquea mi raciocinio. Siempre me ha pasado lo mismo estando sometido a presión. Hasta en el colegio, cuando me preguntaban, era capaz de contestar lo primero que me pasaba por la cabeza sin razonar. Los documentos están a buen recaudo pero, ¿qué pasará si me encuentran? ¿Hasta donde están dispuestos a llegar para conseguirlos? Como me aprieten un poco los tornillos... ¡No quiero ni pensarlo!

Mi cerebro es un caos. El ruido de pasos ha cesado. Deben haberse parado... Quizás se han despistado y no saben por donde seguir buscándome. Se oyen otra vez. Parece que se alejan...

Fue por culpa de Eduardo. ¿O de Rita? No, no, fue de Eduardo, lo recuerdo perfectamente. En aquella época no tenía donde caerse muerto. Bueno, eso decía él. Ya querrían muchos caerse muertos en lo que tenían él y su familia entonces, pero era poco para él.

Tendría que haberme escondido dentro del armario. ¡Qué imbécil! Quitando una leja de las sábanas me hubiese podido poner acurrucado y con el mogollón de ropa de ella que hay colgada delante no me hubieran visto. A nadie se le puede ocurrir que un armario tenga tanto fondo pero ha sido todo tan rápido... No me ha dado tiempo más que de meterme debajo de la cama. Como cuando estuvo a punto de descubrirnos en su casa el marido de Encarna. ¡Jo!, menudo repaso se dieron. No me explico como esa loca iba pidiendo guerra si con ese animal tenía de sobra... Bueno, supongo que de vez en cuando le gustaba algo de calidad y con clase... Estoy desvariando. Con lo que se me ha venido encima y recordando batallitas. ¡El pomo de la puerta chirría!

¡Dios, van a entrar! Tengo que acurrucarme más, pero no me responden las piernas; estoy agarrotado. Cada movimiento es un suplicio. No entran... ¡Un móvil! ¡Ha sonado un móvil! Esa llamada puede ser mi salvación. Reciben nuevas instrucciones y se van. O descentrados por la interrupción se van a mirar a otra habitación olvidando que no han entrado en ésta. A mí me pasa a veces: algo me saca de lo que iba a hacer, me desconcentra y olvido lo que tenía «in mente». Ya no se oye nada. Ni voces. Puede que se hayan alejado... Me estoy meando.

Enredarse fue tan fácil... Era un complemento perfecto del trabajo y me daba oportunidad de tratar a un tipo de personas que de otra forma no hubiera conocido nunca, aparte de que triplicaba mis ingresos. Anotar las entregas, meter el efectivo en los sobres, mandar los regalos... No hacía falta ni comprarlos, cada empresa se encargaba de enviarlos a nuestra delegación y gente de confianza se encargaba de repartirlos con discreción. Bueno, no siempre; como aquella ocasión en que había que llevarle el Rolex Super Costellation al Gran Jefe y se consideró que yo era el más adecuado para hacerlo. Fue en «La Ponderosa». Entró en los servicios y dos «seguratas» se quedaron en la entrada montando guardia para que no pasara nadie. Parecían centuriones de una película de romanos. Sólo les faltaba cruzar las lanzas para obstaculizar el paso. Uno de ellos tenía que preguntarme:

-¿Cómo se llega a Castellón?

Y yo debía contestar:

-En todo menos en avión.

Funcionó a la perfección. ¡Je, je, si hasta rimaba!... Entré, dejé el Rolex junto a uno de los grifos y pude escuchar el sonido de una meada procedente de uno de los excusados. Salí y recité el resto de la contraseña para indicar que todo había ido bien:

-Tu puta madre.

El que ideó la contraseña era un cachondo mental o me utilizó para decirle a los «seguratas» lo que pensaba de ellos, porque me insistió en que debía hablarles con firmeza y mirándoles a la cara, como si lo de «tu puta madre» fuera en serio. 

Se oyen voces otra vez. Se están acercando. Han vuelto a girar el pomo...

-¿El baño está aquí?

¡Idiota, tienes uno en la planta baja! No entran. ¿Pero qué están haciendo? No entiendo nada. No se oyen más voces, ni ruido de pasos; nada. No puedo más. ¡Dios mío, te juro que si me sacas de ésta me dedicaré a otra cosa aunque gane mucho menos y no tenga sobresueldos. No volveré a llevarle bolsos de «Louis Vuitton» a la foca con el sobre dentro. Bueno, en realidad, lo hacía Luisa; yo sólo iba de acompañante. Era como en las películas de espías. Se sentaba en la mesa en la que estaba desayunando, después de saludarse como si se conocieran de toda la vida, dejaba el bolso junto al de ella y cuando se despedían cogía el otro. ¡Dios!, si es que lo he visto en cien películas y sigue funcionando. 

¡¡La manija de la puerta!! ¡¡Están entrando!!

-¿Seguro que no vendrá tu marido?

¿Qué? ¿Quién es ese tipo? ¿De qué va ésto? 

-No hay peligro. Bastante tiene con lo que le ha caído encima. 

¡¡Es la voz de Elsa!! ¡No son los que me siguen! Pero... ¡Me la está pegando!

-Además, ha quedado con Luisa, una compañera con la que está liado -le ha contestado Elsa.

¿Qué? ¿Cómo se ha enterado?

-¿Y cómo lo aguantas?

¿Cómo, que cómo me aguanta? Porque vale la pena, mamón, aunque a veces tenga una aventurilla sin importancia...

-Así se desahoga y no se pone tonto. Además, el pobre aguanta mucha presión y una aventurilla de vez en cuando no hace ningún mal. Como la mía contigo, ahora.

-¿Eso soy yo para tí; una aventurilla? -dice el tío. ¿Pues qué querrá?

-Pero tú eres gilipollas o qué? 

¡Bien dicho, Elsa! ¡A ver que se ha pensado ese imbécil!

-Yo pensaba que..

-Pues no pienses tanto y vamos por faena, que todavía tengo que ir al Super y recoger al crío de la guardería.

¡Joder!, y encima me estoy meando. Debería salir, pero si lo hago serán ellos los que se meen, pero de risa. Si al menos ese cerdo tuviera un gatillazo...

jueves, 14 de febrero de 2013


Mi Primera Narración 
(a partir de un texto recomendado,  en azul) para el 
SEMINARIO DE ESCRITURA 2013 en SANT JOAN D'ALACANT
 organiza: LIBRERIA TEOREMA 
colabora: Concejalía de Cultura  
dirige: MANUEL AVILÉS, escritor

Nota: Si alguien dispone de tiempo, le apetece hacerlo y desea probar su capacidad narrativa con un relato de su invención, a partir del texto azul, puede hacerlo con total libertad y dándole el enfoque que considere más conveniente; sea éste humorístico, dramático, policíaco, real como la vida misma, etc. Los organizadores del Seminario no tienen ninguna vinculación con esta iniciativa de "El color del maldito cristal"; aunque les agrada todo cuanto sirva para fomentar la lectura y la capacidad para escribir mejor, que es el objetivo esencial del Seminario. La extensión debe ser de un máximo de dos folios, tamaño de letra, 12 y un interlineado de dos espacios. Suele ser lo habitual. Para mayor claridad añadiré que el espacio que ocupa en está página corresponde a un escrito de casi dos folios, dejando 25 en todos los márgenes de la hoja, superior, inferior, interior y exterior.


Está amaneciendo. El día es frío, helador, diría yo. El autobús se dirige lentamente, con un traqueteo soportable, a completar su línea. La línea 23. Viajamos en él tres personas además del conductor. Una señora mayor, con tres capas de ropa, dormita en un asiento inmediatamente detrás del chofer. Yo viajo en la mitad del vehículo y una chica joven va al final. Todos guardamos las distancias y reina el silencio. Me fijo en la chica joven. Debe de tener 20 años aunque quienes pasamos de los cincuenta calculamos muy mal la edad de los jóvenes. Es guapa, morena, parece alta y con un tipo importante, pero está sentada y no puedo afirmarlo sin riesgo de ser temerario. Un momento... De su asiento caen unas gotas al suelo del autobús. Son gotas de sangre.

Bueno... parece sangre. No distingo bien. Con los años he perdido visión y la luz de este condenado autobús no se puede decir que sea muy buena. Puede tratarse de algo que esté bebiendo, lo haya dejado en el asiento de al lado y en un movimiento brusco del bus se haya volcado, derramándose algo del contenido antes de que lo haya podido coger. O que al tirar de la solapa de cierre hayan saltado algunas gotas. Pero con ese color que parece sangre, ¿qué puede ser? Un zumo de tomate a estas horas no parece probable. Una Coca Cola tampoco, lo que hay en el suelo se nota más denso; las gotas se han quedado «clavadas», no corren... Quizás, un batido de cacao. A esta distancia no soy capaz de distinguir entre marrón oscuro y granate.

Voy a acercarme, como si quisiera ver algo del recorrido que estamos pasando y compruebo de qué color es. Si es sangre o lo parece, le pregunto cualquier tontería para que no se asuste y según como reaccione le digo si necesita ayuda. No se… Igual me manda a la porra o se pone a gritar. Los jóvenes de hoy no son como los de antes, cuando había un respeto para los mayores. Me está mirando. Parece como si quisiera pedirme ayuda.

¡Vaya, otra parada! Esperaré a ver quien sube. Este autobús es desesperante: entre las paradas que hace y los rodeos que da… Cuando no voy muy lejos me sale más a cuenta ir andando. Al menos no me consumo...

Tres nuevos pasajeros: un moro, un negro y un indio. ¡Je, je!, me ha salido la vena racista. Si estuviera hablando con alguien tendría que nombrarlos como los de la Radio o la Televisión: un magrebí, un subsahariano y un hispanoamericano…

En fin, no divaguemos y a ver si esa se ha desangrado. Dos de los que han subido, el moro y el indio, se han sentado atrás de la señora mayor y el negro, tres filas delante de la joven pero al otro lado, con lo cual sigo viéndola igual. ¡Caramba!, las gotas no están. Bueno, en realidad, sí: está el rastro. Se debe de haber dado cuenta y las ha pisado intentando borrarlas.

No se qué hacer. Su cara no parece indicar que le pase algo pero tampoco que esté normal. Me ha vuelto a mirar, pero al devolverle la mirada ha vuelto rápido la suya hacia la ventanilla. Se mueve como si estuviera inquieta. Los demás ni se fijan. Está cada uno pensando en sus cosas, aparte de que ya no se nota más que el restregón. Dejaré pasar un momento y vuelvo a mirar. Según lo que vea, actúo.

Han pasado treinta segundos. La veo incómoda. Decididamente, le voy a preguntar. Es posible que le haya pasado algo que la ha dejado en estado de shock y no sabe qué hacer.

¡Otra parada! Bueno, a ver si ahora sube alguien del país... ¡Hombre, un chino! El bus multirracial. Debe de ser eso que han bautizado como globalización. Con los que han entrado ya somos... Cuatro del país, un moro, un negro, tres sudacas y un chino. España, 4; Selección de la FIFA, 6.

Tengo que decidirme sino voy a llegar a la parada del taller. La próxima es Vistahermosa y allí subirá bastante gente. Menos mal que no es la hora de entrada o salida de los colegios: se llenaría el autobús. Al menos subirían veinte críos. O sea, veinte smartphones. Diez que ya lo llevarían en la mano y el resto que lo sacaría de la mochila en cuanto plantificara las posaderas en el asiento o se apoyara en algún sitio.

Decidido. Voy ya y con tacto, con sumo tacto, para que no se asuste, ni me arme la de Dios es Cristo, le pregunto:

-Perdone que la moleste, joven, pero me ha parecido advertir…

Demasiado rebuscado. Me va a mirar como si fuera un marciano. Mejor:

-Perdone, joven, ¿necesita ayuda?

No, tampoco. Demasiado escueto y directo. O, puede que no. Es posible que me mire, entre asustada y conmovida, porque un desconocido se interesa por ella. ¡Claro!, esa puede ser su reacción perfectamente. Incluso, confiada y procurando que nadie lo advierta, me muestra una pequeña herida en el brazo izquierdo. No, en la rodilla. En el muslo. No, no, no… Tiene una pequeña mancha de sangre en la blusa, encima de la…

¡Ostia, mi parada! Pero… ¡ha pasado de largo por Vistahermosa, el muy cabrón!…

-¡Espere, que bajo aquí!

¡El timbre! ¡Tengo que tocar el timbre!

Uf!... Menos mal que he tenido tiempo de bajar. Si entro tarde en el taller ese cerdo me lo descuenta del sueldo.

Mira que si era sangre lo de esa desgraciada… No tendrías que haberle dado tantas vueltas a la cabeza, imbécil; que siempre te pasa igual...

Si me dieran diez euros por cada pensamiento que a lo largo de mi vida no he convertido en acción... Montaba mi propio taller y... ¡Pero, bueno!, ¿eres tonto o qué? Me dedicaría a darme la gran vida y... ¡je, je!, seguro que todavía me quedaría para financiarle al Ayuntamiento un recorrido que llevara de la Plaza del Olivo a la Biblioteca sin necesidad de dar un rodeo de tres kilómetros.


Eugenio Guardiola Santafé, Sant Joan D'Alacant, Febrero 2013

jueves, 10 de enero de 2013

SOBRE "HAIR", "JESUSCHRIST SUPERSTAR" Y ALGUNOS RECUERDOS

Elenco del Musical “Hair”. Foto Jeanloup Sieff (1969)

A PARTIR DE "HAIR"
El deseo de escribir sobre estos dos Musicales denominados "Operas-Rock" en su momento surgió a raíz de ver un video de la mil veces versionada, "Aquarius". No era una mala versión y no es que me desagradara, pero llevaba incluidos los excesos vocales innecesarios propios de la época musical que vivimos y que me resultan innecesarios y contraproducentes. Sin duda gustan tales versiones gustan a muchas personas, porque de lo contrario no tendrían tanto éxito, pero no es lo que me va. Por otra parte, en contadísimas ocasiones una segunda versión -o el número que sea- mejora la original, aunque sea del propio creador. Incluso, si coinciden la faceta de compositor@ y cantante. 

En lo que se refiere a Hair y JesusChristSuperstar, ni siquiera las versiones de las películas de Milos Forman (Hair) y  Norman Jewison (JCS) -con todas las ventajas que supone- mejoran las de los elencos teatrales que estrenaron ambas obras en Nueva York y Londres, aunque con respecto a la segunda no lo tengo tan claro porque la versión que vi en Londres en 1975 no era la misma en su totalidad. 

Cuando se editó en España el disco RCA de Hair me faltó tiempo para comprármelo. Era la versión original de Jerome Ragni, James Rado y Galt Mcdermot estrenada en Broadway, con la orquesta dirigida por el propio McDermot. Me gustaba más que la versión de la banda sonora de la película. 

La versión musical de JCSS en cine me gustó, de forma que compré los dos cassettes que incluían toda la banda sonora. La película en diversos aspectos, no me convenció. En disco o cassette, la versión original teatral no me consta que llegara a ponerse a la venta en España.

Portada del LP con la grabación del elenco original
Los creadores de Hair:
Gerome Ragni, Galt MacDermot y James Rado


En 1975 o 1976 se estrenó en Barcelona una versión incompleta de Hair, me parece que en el Teatro Victoria. Era una Compañía en gira por Europa con intérpretes ingleses y americanos. Estaba bastante bien pero me supo a poco.

Con JesusCS las cosas fueron de otra manera: vi primero la película, me gustó, aunque tampoco me convenció. Sí, la música y menos, la película. No recuerdo porqué compré esta versión y no la del teatro pero sospecho que quienes gobernaban en los últimos años de la dictadura, prohibieron cuanto se relacionaba con JCS y tal versión no salió a la venta. No puedo asegurar nada en ningún sentido, pero la Censura de aquellos últimos años en algunos aspectos era todavía más esperpéntica que en años anteriores.

En la primavera de 1975 fui a Londres dispuesto a ver en Cine y Teatro cuanto pudiese porque en España era imposible. "Hair" no estaba en cartel, pero JCS, sí. Un espectáculo inolvidable. La noche siguiente vi "Oh, Calcuta!: otro impacto visual y emocional.


Primera página del folleto.

JCS la vi en el Palace Theatre. Al entrar te entregaban un pequeño fascículo que no estaba mal, pero había tanta diferencia con el que estaba a la venta que me lo compré. Esta es la primera página interior y en las restantes había amplia documentación sobre la obra y muchas fotos en B/N y color. Las páginas centrales se desplegaban.

A pesar de que había visto la película y el teatro no permite grandes alardes escenográficos, la impresión fue de las que no se olvidan, sobre todo para alguien procedente de la España Medieval del Régimen de Franco, debilitado en algunos aspectos, pero mantenido a ultranza por quienes medraban en él.

En aquellos años ni me pasó por la cabeza peregrinar al Lourdes Erótico de los cines del otro lado de los Pirineos, aunque si era asiduo espectador de las Semanas de Cine en Color de los años 60s y 70s, primero en el Palau de la Mùsica y posteriormente en el Palacio de Congresos, así como del Ciclo de Teatro Latino. Ambos se programaban dentro de la programación de las Festas de la Mèrce. También eran un alivio a tanta penuria las esporádicas Semanas de Cine Francés que se celebraban de vez en cuando en el Cine Alexandra.

En una de las obras de teatro, concretamente "Il servitore de due padroni"de Goldoni,  intervenía una jovencísima Raffaela Carrá, en un papel no muy extenso pero de espectacular inicio: abría una ventana con los brazos extendidos y sacaba medio cuerpo llamando a uno de los personajes. No parece un inicio particularmente espectacular, ¿verdad? Bueno, había que ver el escote... Un espléndido y gozoso impacto visual para los espíritus reprimidos de la primera mitad de los 60s. Tuve que reajustarme los ojos dentro de las órbitas.


Una Raffaela Carrá muy distinta
la de mediados de los 60s
Recuerdo haber asistido a una Semana de Cine Argentino (una cinematografía casi desconocida porque llegaban poquísimas películas) en el Cine Balmes en donde el actor Lautaro Murúa ¡salia cada día! Salvo alguna excepción, eran flojillas, hasta el punto de que -no sé si fue en la presentación o en un cortometraje de producción argentina-, se hacía constar.  Era lógico, en España y Argentina el cine tenía un nivel económico muy bajo y culturalmente en nuestro país reprimido por un Régimen alérgico a la Cultura y al Pensamiento que no estuvieran en línea con sus consignas. Las vi todas, hasta el final de la semana porque me intrigaba saber si efectivamente Murúa salía en todas. ¡En la última no salía! Años después Murúa protagonizó en España en varias películas, entre ellas:

1. Lautaro Murua y Vanessa Redgrave en Un muro de silencio,1993
 

A lo largo de tantos años de desierto cultural no era mucho, pero eran las únicas oportunidades de ver en público películas en versión original (con subtítulos en castellano o francés), sin cortes o con los diálogos adulterados, como en el conocido caso de "Mogambo".




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