viernes, 7 de diciembre de 2018

GROUCHO MARX Y EL SÍNDROME DR JECKILL-MR HYDE TENÍSTICO


Ruth y Groucho Marx sentados sobre sus raquetas. Era la postura favorita de Groucho. 
40 años después, sin conocer el precedente, yo también lo hacía durante alguna pausa

Tenistas Aficionados y Profesionales:
GROUCHO y RUTH MARX,
su hijo ARTHUR, CHARLES CHAPLIN,
FRED PERRY y ELLSWORTH VINES

Este síndrome no consta en ningún catálogo de síndromes y no es probable que llegue a estar, pero existe. Afecta por igual a ambos sexos, así que los Doctores o Doctoras Jeckyll, personas habitualmente afables, cuando entran en una pista de tenis, sea para jugar un partido amistoso o uno de campeonato, se transforman en Mr. o Mrs. Hyde cuando las cosas no van como ellas quieren, mostrándose incorrectas, desagradables y poco deportivas. No importa si los adversarios son familiares, amigos o desconocidos.

¿Resultan frecuentes este tipo de comportamientos en otros ámbitos? Naturalmente; es extensible a cualquier deporte, juego, profesión o circunstancia que se preste a que produzca el cambio. Si lo he centrado en el tenis es porque se trata de la actividad en que he tenido más oportunidades de verlo o sufrirlo y porque en cierta medida le afectaba a Groucho Marx. Como es natural, todos conocemos casos y es bastante probable que alguna persona lectora de este trabajo lo padezca en cierta medida, sin saberlo… o reconocerlo.

Aunque en algunos casos se intuya que una persona lo padece, aunque esté aletargado, siempre supone una sorpresa ver como una persona Jeckill, educada, simpática e incluso divertida, se convierte en una persona Hyde sarcástica, maleducada o, en sus casos más graves, faltona, repelente e incluso agresiva. Cuando el hecho se produce demasiadas veces se acaba evitándola porque se sabe que cuando las cosas no vayan a su gusto, la previsible transformación va a conducir a una situación incómoda.

No era, ni de lejos, el caso de Groucho en ninguno de los apartados tenísticos posibles: a) como jugador en una pista de tenis y b) como espectador en un partido de tenis de su hijo Arthur, un adolescente que ya destacaba entre los jugadores de su edad y que apuntaba condiciones para llegar lejos.


GROUCHO Y RUTH
Groucho Marx y su primera esposa, Ruth Johnson, eran casos benignos y nada agresivos del Síndrome, pero cuando eran espectadores de los partidos de campeonato de su hijo Arthur, podían convertirse en un incordio para directivos y árbitros e incluso para el más interesado en jugar concentrado y tranquilo, su propio hijo. Groucho, consciente del problema, terminó por no asistir, como más tarde también haría Ruth, dado que su caso era menos benigno, aunque no perdiera la compostura.
Ruth y Arthur durante una visita a la Paramoun
 
Ruth, con buenos entrenadores, hizo grandes progresos y llegó a jugar mejor que él, pero casi siempre perdía en los enfrentamientos directos porque la desconcentraba y llegaba a crisparla. Lo peor era que se llevaban el partido a casa y durante la comida o la cena, las discusiones y las burlas del ganador, casi siempre Groucho, se hacían interminables porque Ruth tampoco se quedaba atrás en las réplicas, provocando el aburrimiento de sus hijos, que no podían comprender como dos personas mayores, sensatas y afables, con un nivel de tenis para ellos muy bajo, podían tomarse tan en serio el juego, hasta el extremo de enfadarse. No era algo de lo Arthur y su hermana Miriam debieran extrañarse, es algo habitual cuando los padres practican un deporte como el tenis, lo hacen con frecuencia e incluso participan en campeonatos de tipo social: el tenis se convierte en un tema de conversación, de crítica, de cotilleo o de discusión, sea en familia o con amistades. Se desayuna, se come y se cena, tenis.
El tenis todavía no era un motivo de polémica entre los padres. 
En la segunda foto, Groucho entrenando a la familia...
Los padres (no profesionales de tenis) suelen ser malos entrenadores

LAS COSAS DE GROUCHO 
Sabía perfectamente cuando debía regresar a su habitual estado Jeckyll sin necesidad de que nadie se lo hiciera notar; pero eso no quita para que a veces –en su faceta de jugador– convirtiera lo que debía ser un partido entretenido en una charlotada. Todos acababan riendo, pero no habían jugado un partido de tenis sino a un sucedáneo. Como suele ocurrir entre los aficionados que se toman el partido en serio, cualquiera que sea su nivel de juego, disputar un partido medio en broma, medio en serio, no les seduce; de forma que Groucho no era el tipo de jugador que se busca para jugar con él.

Fue el típico jugador que gana pocos partidos individuales –y de dobles, por bueno que fuera su compañero–, de forma que su mejor recurso para intentar ganar consistía en descentrar a sus rivales para hacerles cometer errores; fuera por medio de bromas, comentarios o cualquier argucia que sirviera para hacer perder la concentración a su rival –lo que se conoce en el argot tenístico como, “sacarle del partido”– y forzarle a cometer errores. Su mejor golpe era el «drive», que él denominaba el tiro de hierro, por la velocidad con que salía la pelota, pero que sólo era efectivo cuando la pelota le venía en condiciones para poder aplicarlo o –esto era lo más difícil– estaba concentrado en lo que tenía que hacer. En cuanto a resultados estaba entre los peores jugadores del club y su propio hijo lo consideraba el más malo, aunque tampoco es probable que fuera así.

Cuando Arthur tenía 14 años, él y un compañero de su edad jugaban un set contra su padre y Ellworth Vines o Fred Perry, que les ganaban. En esa época, los dos jugadores ya se habían hecho profesionales, después de ganar varios torneos del Grand Slam en simples y dobles y la Copa Davis, y eran propietarios del Beverly Hills Tennis Club. El tenis amateur les podía seguir dando mucha gloria –especialmente a Perry, nº 1 del ranking– pero muy poco dinero y se sabían con talento y condiciones sobradas para hacer realidad sus proyectos. Harpo Marx, precisamente, aconsejó a Perry que se hiciera profesional: 

Harpo: Fred, la gloria no da para comer. 
Fred Perry hizo caso de Harpo: se hizo profesional, 
estuvo en activo varios años y en 1952, tras varios años de estudio 
y preparación, lanzó su propia línea de ropa deportiva. 
La imágen corresponde a la publicidad de principios de los 60s.

Conforme fueron pasando los meses, el tanteo se fue haciendo más apretado hasta que, ya con 16 años, Vines y su padre perdieron. «No os hagáis ilusiones –le dijo su padre-, mañana jugaré con Perry y ganaremos». Jugaron, volvió a perder y en ese momento Groucho pensó que si teniendo de compañeros a los dos mejores jugadores profesionales del mundo no era capaz de ganar a dos jovencitos, es que verdaderamente era muy malo. En realidad, era una consideración poco realista, fruto de un momento de desmoralización. Groucho podría haber seguido jugando –y a buen seguro, divirtiéndose– con compañeros de su mismo o parecido nivel y tomándose los partidos con mayor seriedad. Arthur y su amigo ya eran dos buenos jugadores, en continua progresión y con los suficientes recursos para limitar las intervenciones de Perry o de Vines, que, por otra parte, evitaban apoderarse del juego y arrinconar a Groucho, a fin de que, mejor o peor, jugara y no se sintiera relegado.

Hay buen ejemplo de cómo Groucho podía quitarle seriedad a un partido, con premeditación y alevosía: el Desafío Inglaterra-USA, con Charles Chaplin-Fred Perry y Groucho-Elsworth Vines, respectivamente, celebrado en 1937. Un partido en el que era consciente de que no podía ganar porque Chaplin era mucho más seguro que él y mejor competidor. En Youtube se pueden encontrar documentales del acontecimiento, con la cara de enfado reprimido de Chaplin y de circunstancias de Perry y Vines, conscientes de que estando Groucho en la pista el partido iba a acabar como el rosario de la aurora. Así fue, aunque todos acabaran entrando en la broma que, por otra parte, hizo disfrutar al numeroso público y a los periodistas de prensa, cine y emisoras de radio que siguieron el espectáculo.
Groucho Marx, Charles Chaplin, Ellsworth Vines y Fred Perry
En los partidos en los que la pareja está formada por un jugador profesional y un aficionado, si éste es una persona consciente de sus limitaciones, sin intentar hacer más de lo que puede, pero, eso sí, seguro en aquello que sabe hacer, el profesional juega de forma que su pareja pueda sentirse a gusto, aprovechando sus virtudes y protegiéndole en sus puntos débiles. Así, su aportación al juego del aficionado puede ser muy positiva, aunque a veces su falta de técnica le haga cometer errores. Charles Chaplin, se adaptaba perfectamente a este tipo de partidos porque no intentaba hacer más de lo que podía, pero en lo que sabía hacer, no fallaba. Solía ganar porque se tomaba el tenis muy en serio… y se las ingeniaba para ir siempre con el mejor de los dos profesionales. 

Este tipo de partidos siempre ha sido algo habitual en cualquier club. A este respecto, recuerdo unos partidos que se jugaban en la segunda década de los 70s en el Club de Tennis Gran Vía (luego, L´Hospitalet). Los mejores partidos, con gran diferencia, eran aquellos en los que intervenían Carlos Arranz-Bravo (de un fair-play ejemplar) y un entrenador del club, Jaume (no recuerdo el apellido), contra los dos mejores jugadores del Club, uno de los cuales, Josep Mª Monsó, llegaría a ser campeón de España de veteranos años más tarde. Carlos Arranz, jugaba muy bien este tipo de desafíos, tenía la gran virtud de ver, por la manera de preparar el golpe del contrario, a donde iba a ir la pelota y se anticipaba, voleando con decisión. Eran partidos muy entretenidos, emocionantes y con jugadas espectaculares.

ARTHUR
Como tantos padres –dentro de sus posibilidades–, en cualquier época y punto del globo que escojamos, Groucho se gastaba mucho dinero en los entrenamientos de Arthur. Sin embargo, sus resultados dejaban bastante que desear y empezó a cansarse de perder tantas horas, de sus propios momentos de descanso o de diversión, en desplazamientos para acompañar a su hijo, sin que los resultados, ni su entrega fueran los adecuados a semejante sacrificio. Sabía que su hijo tenía condiciones y estaba dispuesto a apoyarlo cuanto hiciera falta. Perry y Vines le habían confirmado que Arthur tenía condiciones para llegar lejos, así que le dio un ultimátum: o cambiaba de actitud o se acababa el tenis. Arthur tomó nota y se aplicó el cuento. En pocas semanas se notó el cambio y en unos meses dejó de perder con rivales inferiores e incluso a ganar a algunos de los teóricamente superiores, acortando con rapidez la distancia entre él y los mejores del ranking de juveniles y, posteriormente de Juniors. 

Las visitas de Arthur a los estudios eran frecuentes. 
Rodaje de Duck soap, (Sopa de ganso), 1931, Paramount
En 1939 ya estaba en el equipo junior de Copa Davis junto a Bob Falkenburg, Jack Kramer y Budge Patti, todos ellos futuros ganadores de Wimbledon o Forest Hills. En Marzo de 1940 ganó el Hillcrest Tournament a Willis Anderson en la final, por 6/2, 6/3, 6/2, tras eliminar a destacados jugadores de la época. Con 20 años se inscribió en el Torneo de Cincinnati de 1940, un campeonato equivalente en importancia a lo que hoy supone un Master1000. Jugó la final de individuales con Bobby Riggs, ganador meses antes del último torneo de Wimbledon disputado antes de la SGM y nº 1 del ranking. El resultado del partido lo dice todo: 11-9, 6-2, 4-6, 6-8 y 6-1 a favor de Riggs, al cabo de cuatro horas y media de partido. Groucho podía sentirse orgulloso de su hijo. Sin embargo, en Diciembre de 1941 aviones japoneses bombardearon la base aeronaval de Pearl Harbour y con la entrada de su país en la SGM, su trayectoria deportiva quedó interrumpida de golpe. 

Al término de la guerra, cuatro años después, recuperar el tiempo perdido exigía un esfuerzo y una dedicación que Arthur no estaba seguro de poder hacer. Lo intentó. De hecho, jugó diversos  torneos, pero cuando en el Pacific Southwest Tournament de 1946 perdió en segunda ronda con Gardnar Mulloy por 6/4, 6/2, un jugador al que ganaba antes de la guerra y que en ese momento tenía 36 años, once años más que él, vio con claridad que el tiempo no había pasado en balde. De todas formas, perder con Mulloy no debió ser el motivo principal porque dos años más tarde disputó la semifinal de Wimbledon perdiendo con el que sería campeón, Bob Falkenburg y diez años más tarde ganó la final de dobles de Wimbledon formando pareja con Budge Patty a los grandes favoritos, Lew Hoad y Neale Fraser. Como apunte final, Mulloy falleció a los 102 años...
1948, Falkenburg y Mulloy en la semifinal de Wimbledon. 
Bob era hermano de la barcelonesa Eugenia (Jinx) Falkenburg,
 modelo,actriz y periodista
En mi opinión, el principal motivo debió ser el hecho de que su edad le obligaba a trabajar para depender de sí mismo y, si pretendía hacerse profesional, debía ser con una dedicación total y no parecía probable que a pesar del esfuerzo pudiera situarse a un nivel parecido al de los mejores. Consciente de que su momento había pasado pero también de que sus intereses ya iban en otra dirección, decidió dar por concluida su etapa como tenista y dar comienzo a la de escritor, su verdadera vocación.
Arthur Marx a principios de los 90s
Entre sus obras, en diversos géneros, dos biografías, 
su padre y el productor Samuel Goldwyn

sábado, 6 de octubre de 2018

REGRESO A "MARTA Y JORGE"


EDITORIAL ATLÁNTIDA, Buenos Aires. Edición nº 20 del libro, en 1947 (1ª en 1927).
Autor: CONSTANCIO C. VIGIL (Uruguay, 1876; Argentina, 1954). 
Dibujos: FEDERICO RIBAS (Vigo, 1890, Madrid, 1952). 

Hay libros que, como en una antigua clasificación de películas, son para todos los públicos. Marta y Jorge es un buen ejemplo. Me lo trajeron los Reyes Magos en 1948. Acababa de publicarse la edición nº 20 y mi madre, nada más ver el libro y hojear sus páginas, supo que era el adecuado y le pasó el recado al paje de los Reyes para que me lo trajeran. Como tenía cinco años y pico ya leía con soltura. Al tratarse de narraciones y descripciones cortas, generalmente de una página, era fácil de leer, de entender... y de quedar atrapado en la lectura, casi apresurándome en ella como si me fueran a quitar el libro sin poder terminarlo.

Los maravillosos dibujos de Federico Ribas eran no sólo un complemento perfecto sino imprescindible para hacer que el atractivo visual fuera absoluto. Me "entró por los ojos" nada más verlo y supuso la entrada en un mundo en gran parte desconocido. Ribas nació en Bouzas (Vigo) en 1890 y falleció en Madrid en 1952, pocos años después de regresar a España desde Argentina, a donde se exilió en 1937 porque estaba en territorio ocupado por los golpistas y su vida corría serio peligro. Trabajó para las principales revistas de su época como dibujante, ilustrador y publicista, en España , Argentina, Francia y Estados Unidos.

Marta y Jorge es uno de esos libros absolutamente maravillosos que debieran ser continuamente reeditados para que todas las generaciones pudieran disfrutar de él. Sin embargo, me da la impresión de que no solamente no es así sino que ha caído en el olvido, al menos en España.
No creo que en Argentina, país de adopción de Constancio C. Vigil, haya sucedido lo mismo por la especial sensibilidad que han mostrado siempre hacia este tipo de literatura y a la frecuente reedición de la obra a lo largo de los años, con unas tiradas que llegaron a los 110.000 ejemplares en la edición que me dejaron los Reyes.

Vigil empezó su actividad literaria en Uruguay, en donde fundó con 16 años el periódico El Derecho y con 19, la revista La Alborada, pero tras la clausura de uno de sus periódicos por motivos políticos decidió exiliarse a Argentina, en donde no tuvo trabas para desarrollar su labor, ya de una forma totalmente profesional y, en muchos aspectos, innovadora. Entre las diversas publicaciones que creó destacan las revistas Germinal, Pulgarcito y Mundo Argentino y fundó la Editorial Atlántida, que en pocos años se convirtió en un referente en el mundo editorial. Simultaneaba su trabajo como periodista y editor con la literatura de creación, con numerosos libros publicados, muchos de ellos para el público infantil, aunque, como demuestra Marta y Jorge, los lectores podían ser de muchas edades y de cualquier época: lo que se suele denominar, un libro sin tiempo, que es un fiel reflejo de la curiosidad por cuanto veía y el afán de aprender del escritor.
 
"... Soy la poesía de la pampa y el refugio de los pájaros; soy quien amansa los vientos y los soles en esta llanura inmensa... 
¡No sirvo para nada, y enseño a ser valiente y esforzado al aguantarme aferrado a la tierra, bajo huracanes que arrancan de raiz a los más altos eucaliptos! ...
¡No sirvo para nada, y la gente pasa las horas calurosas gozando de la frescura de mi sombra... debajo de mí los niños crecen sanos, las mozas están contentas y todos se sienten buenos y hospitalarios! ..."



ENTRE LAS PÁGINAS DE "MARTA Y JORGE"
Algunos libros encierran pequeños tesoros de carácter sentimental, que poco o nada tienen que ver con su contenido, pero que en cierta medida dan idea del valor del libro para quien los guarda entre sus páginas. Se convierten en lugares seguros y de fácil localización -siempre están a mano- para recuperar cuanto se ha ido guardando y que se ha pretendido preservar de miradas indiscretas. No siempre es así, algo secreto; pueden ser fruto de un deseo puntual y apresurado de guardarlo y que, pasados unos días, puede olvidarse que se dejó; de ahí que cuando se encuentra casi casualmente muchos años después, la sorpresa sea mayúscula. Es posible que entre las páginas de algunos libros, mis hermanos, ya en sus casas, descubrieran pequeños recuerdos suyos o míos.

A pesar de que Juan, Rosario y yo teníamos nuestros propios tebeos, libros y revistas, todo era compartido por los tres porque nuestra avidez lectora y nuestra curiosidad abarcaban un amplio espectro de gustos e intereses. Incluidos los libros o revistas que leía nuestra madre, porque nuestro padre era lector de periódicos -que también leíamos- pero no de libros. Cuando pasábamos los veranos en casa de nuestros abuelos maternos en Almoines (Valencia) o, más tarde, tras la jubilación de mi abuelo, en el pueblo natal de mi madre, Jumilla (Murcia), al que regresaron para vivir sus últimos años, leíamos los que tenían ellos. También, ocasionalmente, cuando íbamos a comer a la casa de nuestro tío Rafael -hermano de mi abuela materna-, secretario entonces del Ayuntamiento de Jumilla, escritor y poeta. En Segorbe, sin embargo, yo era muy pequeño y mi nivel no daba más que para cuentos, tebeos, titulares de periódicos y pies de foto. El resumen de lo encontrado es:

1. Recortables dibujados por Enriqueta Bombón, Barcelona, 1925-1999, dibujante, portadista e ilustradora de numerosas revistas y libros, en algunos casos, de colecciones completas. Fue una de las primeras mujeres en dedicarse profesionalmente a la ilustración desde los años 40s. La cartulina completa se puede ver en Internet, pero los que se conservan entre las páginas del libro son algunos de los recortables que he escaneado para esta ocasión, con las figuras de "Nenuca" y "Antonín" y diversos vestidos.
 
2. Recortables dibujados y coloreados por mi hermana, a los ocho o nueve años, con el mismo detalle que los hechos por dibujantes profesionales y que ya eran un claro indicio de sus condiciones para el dibujo y, más tarde, para la pintura, fuera al óleo o las ceras, sin abandonar el dibujo. Por otra parte, su buen estilo al diseñar los vestidos y complementos para las modelos de papel, le permitió ya en edad adulta hacer sus propios modelos o rehacer otros que necesitaban un buen retoque. Era una actividad esporádica, para la propia familia.




3. Dos pequeños cromos -3,8 x 5,5 cms- del Álbum Gallina Blanca, serie 73, dedicada a las Cavas Canals & Nubiola. En el dorso aparecen los detalles de la colección y la dirección de Gallina Blanca, Pº General Mola 91. Tfno: 282349, para que quienes lo deseen puedan adquirir los cromos que les falten.



4. Un papel secante de Pelikan tinta estilográfica, tamaño tarjeta postal, con restos de tinta en el dorso y algún que otro dibujo, porque cualquier sitio era bueno para garabatear algo.

5. Un cartoncillo con la imagen de San José Oriol en la portada, con el rótulo de Cruz Roja Española, y en el dorso, un texto con indicaciones de servicios y teléfonos útiles. La figura del Santo estaba siluetada y pespunteada para que se pudiera separar sin romper del resto para formar un díptico en forma de escalera. Costaba una peseta, para ayuda a la obra de la Cruz Roja. Como en Internet se puede encontrar la portada, pongo el dorso, con las indicaciones de servicios y teléfonos en Barcelona y el precio.



Para terminar, unos párrafos de la primera narración:

"Me llaman Marta y Jorge porque el hombre que me escribió tenía dos hijos con estos mismos nombres. Los tenía... Ya no los tiene...
No están más en la tierra; no puede decirles a ellos estas cosas, y habla para vosotros
En cada niño ve a Jorge; en cada niña ve a Marta.
¡Es la única forma en que puede consolarse de su pena!
... Es un hombre ya viejo que desea más que todo, que vosotros seáis felices.
... Trabaja todos los días, trabajó siempre...
Cuanto más viejo es, más se convence de que la alegría consiste en en trabajar en lo agradable y en cumplir cada uno su deber.
No ha conocido a ningún malo dichoso; a ningún holgazán sano y alegre.
Vosotros tampoco los conoceréis..."


lunes, 12 de marzo de 2018

REGRESO AL PASADO, Cuento patético



del LAGO ESTANGENTO a TORREMANZANAS, terminando con EL THE TIMES 


Érase una vez, en un hogar de clase media de la calle Aribau de Barcelona, allá por los años 40s y principios de los 50s. Allí vivía una familia –la mía– de clase media oscilante, es decir, que según fueran las cosas podía estar un poco por arriba o por debajo de la media. Estaba formada por los padres y tres hijos: chico-chica-chico (yo), por orden de aparición en el escenario. Cuando la hora de la comida y la cena coincidía con el Diario Hablado de Radio Nacional, espacio sucesor del Parte de Guerra del Cuartel General del Generalísimo, era frecuente escucharlo, aunque lo cierto es que no se prestaba demasiada atención a lo que se decía porque conversábamos. En alguna ocasión, si estaban dando una noticia que le interesaba a mi padre, callábamos (más bien, nos hacía callar). El DH se retransmitía obligatoriamente por todas las emisoras, fueran públicas o privadas; así que, o se escuchaba aquel soporífero espacio informativo o se apagaba la radio, cosa que algunas veces se hizo.

Con todo, tenía momentos divertidos desde el punto de vista de unos niños de entre doce y seis años. Escuchar determinados discursos de los prohombres del Régimen resultaba verdaderamente cómico para unos niños inmunes de nacimiento a los lavados de cerebro o, al menos, poco dados a comulgar con ruedas de molino, más que nada, por lo bastas que eran.

Para nuestros padres, que habían nacido durante la primera década del Siglo XX y conocían lo que había sido el reinado de Alfonso XIII, la Dictadura de Primo de Rivera, la 2ª República, el Golpe de Estado, la Guerra Civil –vivida y sobre todo sufrida en Barcelona–  y las consecuencias de ésta; escuchar ciertas informaciones y comentarios les resultaba indignante y conducía a apagar la radio.

Pues bien, al dar el Parte Meteorológico, en la época invernal, cuando apretaba el frío y eran frecuentes las nevadas o las heladas, había un lugar que solía destacar como el más frío: EL LAGO ESTANGENTO. A lo largo de los años que fue obligatorio el Diario Hablado, lo escuchamos infinidad de veces: el Lago Estangento.

Muchos años después, cuando el catalán dejó de estar prohibido y se pudieron recuperar los nombres originales de personas y lugares me enteré de que el Lago Estangento era el Estany Gento. Se trataba de la habitual castellanización de nombres catalanes por su correspondiente (es un decir) en castellano. El problema es que los traductores tenían órdenes de castellanizar y como algunos de ellos no andaban sobrados de conocimientos ni de sentido común, en lugar de traducir su nombre original “Estany Gento”, por Lago Gento, lo hacían a lo bestia: así lo que se había escuchado nombrar a alguien como estany gento quedó convertido en estangento y como se trataba de un lago –hasta ahí llegaban- pues vieron con meridiana claridad que aquella masa de agua era el Lago Estangento.

Pasaron los años, llegó televisión, la pseudoDemocracia, las televisiones privadas... y, hace unos días, en el espacio “El Tiempo”, de Roberto Brasero, un excelente Parte Meteorológico, por cierto, aunque a veces se ponga algo pesado, se ha producido el Regreso al Pasado:

En un cartel, a espaldas de Brasero, escrito y también dicho por él, uno de los lugares más fríos de la noche anterior había sido: EL LAGO ESTANGENTO.

Sí, 60 0 70 años después, aunque imagino que debe ser algo habitual en cualquier medio informativo y no se trata de ningún hecho puntual; simplemente, me di cuenta en ese momento.

Y me vino a la memoria un alumno al que le di clases de Estadística hace unos años, ya afincado en Alicante, Antonino, casado y a punto de ser padre –posteriormente también le daría clase a su esposa– persona inteligente y con una enorme capacidad de trabajo, natural de… TORREMANZANAS. Gracias a él me enteré de que su pueblo era en realidad, LA TORRE DE LES MAÇANES. Alguien, en su momento, y con la misma capacidad de traducción que el citado antes, había hecho un rebautizo sui géneris del nombre del pueblo.



Curiosamente, unos minutos después ver El Tiempo, en un serial televisivo, uno de los personajes decía que había leído un artículo en “El The Times”. No, “en el Times” o “en The Times”: en “El The Times”.

En fin…

PD: Al pedirle a Word que le dé un vistazo a la ortografía sólo me indica que en vez “estangento”, ponga “estamento”. ¡Pues, vaya!


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