jueves, 22 de noviembre de 2012

BIGOTES & COUPES SPORT



Siempre he sido agradecido con las cosas que he tenido, de las más sencillas a las que podríamos decir “más complicadas”, de la misma manera que es muy probable que sea inmensamente desagradecido con un montón de ellas si no las nombrara unas antes que otras. La casualidad en una conversación y el llevar o no llevar bigote, me hicieron recordar que me lo dejé para que no me pusieran reparos a las entradas de los cines o discotecas y luego lo lleve de forma ininterrumpida durante 23 años… estoy seguro de más de uno que pueda o quiera leer esto se acuerda que me conocían por José María el del bigote… ah!, pues como decía por casualidad me vino a la cabeza mi querido “Coupé Sport”, mi queridísimo 850, granate, tapicería color hueso de piel, bueno sino era de piel, tal vez lo parecía; pero piel al fin y al cabo. El volante de madera y el cabezal del cambio de marchas, también de madera, a juego. Un extraordinario “cassette” de la marca “Philips” manual que no radiocasete y con la instalación hecha por mí disimulando los cables a través de alfombras y tapicerías para llegar a unos altavoces que tampoco permitían excesivos volúmenes además que tampoco me lo permitía porque se gastaban las pilas demasiado pronto.
 
Ponía las canciones de esos momentos, meses o tal vez años, Basilio con el cisne negro de cuello blanco,  el inolvidable Pablo Abraira con su gavilán o paloma, Supertramp, Stevie Wonder, Barry White y cómo no, siempre por ahí en medio Don José Luis Perales…. Mientras un verano del 77 nos dejaba el grandioso Elvis Presley, no se si ese verano aprendía mis primeros pasos en este baile, tampoco recuerdo si probablemente lo hice bastante más tarde pero estoy seguro que ya me fascinaba.

Tampoco sé si era otoño, invierno o primavera,  se empezaban a oír un par de chavales cantando por las emisoras de aparente éxito denominados PECOS que, casualmente ibas acompañado sonaba alguna de sus canciones y notabas un brillo especial en los ojos de aquella muchacha y una sonrisa también especial. Nosotros, con nuestra habitual, enquistada y engendrada “cortedad” te quedabas pensando: “pero qué tendrán esos dos que no tengamos nosotros? Si el rubio en cuestión creo que le haría más ilusión verme a mí que a ella?”

Tiempos eran tiempos, Temps era temps, Paraules d’amor senzilles i tendres, no en sabíem mes teniem quinze anys…. A pesar que la canción era de 1967 seguía sonando en cualquier sitio, en cualquier atardecer viendo cómo se ponía el sol, o en cualquier amanecer viendo cómo salía. En la época de mi coupé, como es lógico, para poder llevarlo tenía más de quince años, la verdad es que hacía poco que los había tenido; pero ya no los tenía, ahora tampoco los tengo, bueno para ser cierto los tengo varias veces; pero esa canción no sé si es patrimonio de la humanidad; pero debería serlo.

Qué entrañables recuerdos, bonitos para mí, incluso excelentes no puedo recordar los malos, ni siquiera las averías que tenía en mi “Coupé sport” con el tiempo por medio creo que ni siquiera fueron averías.

Allá donde estés, me gustaría rescatarte y puedo prometer que no lo haría para creer que puedo ser más joven sino para que nos hiciéramos mayores juntos.

Hace pocos días una amiga mía preguntaba al viento si existían efectos secundarios en pastillas para no oír, no lo sé, tampoco quiero las pastillas para no soñar de la canción de Sabina, a esas me niego con rotundidad aunque no viva cien años, qué más me da!!, sin duda prefiero tomar infusiones para imaginar y si puedo, en uno de esos viajes acompañado con la imaginación ir hacia ese país llamado Itaca y por supuesto, como no, con mi queridísimo “coupé sport”.

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