jueves, 16 de agosto de 2012

Imparcial... Independiente... Inconformista... Democrático... 

Son términos tan manoseados y utilizados de forma tan abusiva por quienes nunca lo han sido, que se vuelven inutilizables hasta para quienes lo son de verdad. Se publican, programan o editan en cantidad cada vez mayor, subproductos informativos que alardean de tales cualidades y que incluso tienen la desfachatez de "bautizarse" con ellas. Subproductos periodísticos, radiofónicos o televisivos que dan cobijo a profesionales de notable mediocridad, sobresaliente capacidad de aburrimiento, nula imparcialidad y escaso talento, aunque sean, eso sí, maestros en el uso del insulto, la calumnia y el "arte" de arrimarse al sol que más calienta. Porque no nos engañemos, de tontos y de escrupulosos no tienen un pelo y saben perfectamente que sus condiciones naturales no dan para trabajar en los grandes medios de difusión, pero son apropiados para servir, a muy buen precio, a quienes solicitan sus servicios. En el bien entendido de que si se les pagara más por hacer lo contrario de lo que hacen, dicen o escriben, bastantes de ellos se cambiarían de bando.


El autor de este blog nunca se ha considerado un ejemplo de las características mencionadas pero, pasados los años, visto y oído lo suficiente para poder comparar -que no es nada malo si se hace con propiedad-; pues, bueno, creo que dentro de lo que cabe se me puede considerar poseedor de una dosis aceptable de todas esa cosas.


A la hora de analizar hechos, actitudes, opiniones, etc. es aconsejable hacerlo con calma, objetividad y sentido común. Esto último es esencial y voy a intentar que se note en los artículos o comentarios de este blog que lo requieran. Como casi todo el mundo sabe, es el menos común de los sentidos; pero el tenerlo en cantidad apreciable permite: 


a) reconocer los errores de los que te caen bien y los aciertos de quienes te caen mal, con lo cual la asumida parcialidad es más aparente que real y no resulta dañina para nadie; 


b) ser dependiente, sí; pero de la educación, el buen gusto y el respeto a las opiniones de los demás, aunque no se compartan pero estén defendidas con rigor y ausencia de «visceralidad» y 


c) conformista, pero sólo ante la propia manera de ser que, por mucho que haya sido el esfuerzo personal a lo largo de la vida para mejorarla, no hay que olvidar que es de nacimiento, no de vicio y, por lo tanto, de difícil arreglo, aunque, evidentemente no es aceptable lo de «es que yo soy así...», que denota auto-complacencia y que no se ha hecho, ni se piensa hacer, ningún esfuerzo por mejorar.


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