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Vista reciente de las instalaciones del Club de Tennis L'Hospitalet, en parte, a peor, de la época mencionada en este trabajo. |
INTRODUCCIÓN
Este artículo puede
parecer interesante sólo para quienes vivieron, hace ya veinte años, cuanto se
explica en sus diferentes apartados, pero nada más lejos de la realidad. Hechos
similares han ocurrido innumerables veces en otros lugares, en distintas épocas
y, sin lugar a dudas, seguirán sucediendo.
No
es una cuestión de “buenos o malos”, de injusticias y afrentas o de agravio intencionado; se trata de cosas sencillas,
de meros aconteceres convertidos en “problema de estado” por el Egoísmo,
la Soberbia, la Vanidad o la Falta de Respeto, entre otras cosas.
En
una y otra de las partes implicadas en cuanto se expone había excelentes
personas y relaciones de amistad. Eran dos formas de entender la gestión de un
club:
a)
“priorizar la gestión deportiva oficial, con el campeonato social y la
participación de los equipos de club en las competiciones oficiales”, dejando
en un segundo o tercer nivel el resto de campeonatos y las actividades sociales
o
b)
“no priorizar nada porque todo se consideraba importante, fuera de carácter
social o deportivo, aunque evidentemente se tuviera en cuenta la repercusión de
cada acto.
Dicho
claramente, la “a” conducía a que un 2% de los socios se llevara la parte del
león de presupuestos, prebendas y ventajas, mientras que la “b” pretendía un
reparto más equitativo entre el 100% de los socios.
Me apresuro a puntualizar que la gestión de los integrantes de todas las Juntas fue desinteresada y sin ningún beneficio económico, hasta el extremo de que algún presidente o directivo pagó de su bolsillo gastos del club.
Sin recibir reconocimiento alguno de la mayor parte de los agraciados, dicho sea de paso. Esto, a muchos de quienes lean y hayan hecho cosas de forma altruista les resultará familiar.
En
el apartado concreto de la Gestión deportiva, ¿se organizaban los campeonatos y
se llevaban las cuestiones deportivas para el grupito de participantes, guardando
ciertas consideraciones, eso sí, para los amigos; como había sucedido en las
anteriores Juntas o se organizaban de una manera más profesional, respetuosa
con todos los socios, hasta con los que “caían” mal?
Eran
dos maneras de afrontar una gestión y, como se verá en los artículos de Xavier
Gusi, Isabel de la Fuente y de Josep Mª Monsó, quedaron muy claras las
posturas.
Las MODIFICACIONES en el CAMPEONATO SOCIAL del CLUB DE TENNIS L’HOSPITALET, se hicieron tras estudiar
detalladamente los “pros” y las “contras” de cuanto se modificaba o se dejaba
igual; tratando de no perjudicar a nadie, poniendo el reglamento a tono y a
determinadas personas en su sitio, que era el de todos y no un sitial de uso exclusivo.
Se tenía claro que la experiencia diaria obligaría a hacer ciertos retoques,
los que dictara el sentido común y la posibilidad de mejorar lo previsto, pero
en lo esencial se hizo lo correcto y los campeonatos de los siguientes años, lo
confirmó.
No
se pretendía –ni se hizo nunca- excluir a nadie, eliminar estatus ganados con
esfuerzo y dedicación a lo largo de los años o desmerecer méritos. Se valoraba
lo que hacían los mejores jugadores y jugadoras del club, pero se pretendía
cortar de raíz los abusos, evitar componendas, amaños y chapucerías. También, devolver
la ilusión a personas –algunas de ellas de un buen nivel- que habían decidido
no seguir inscribiéndose en el Campeonato Social, decepcionados por lo que
pasaba.
Naturalmente,
hubo personas que se consideraron perjudicadas. En parte tenían razón: perdieron
la posibilidad de hacer lo que les daba la gana, en cualquier circunstancia y
menospreciando sistemáticamente a otras personas. No fueron capaces de ver, ni
conforme fue pasando el tiempo, que recibían un respeto y una consideración por
parte de la Junta que ellos habían sido incapaces de tener hacia los demás cuando
lo dirigieron o gozaron de los favores de quienes dirigían. Para ellos no
“jugar” las primeras eliminatorias por existir una fase previa, les suponía no
sumar puntos en la clasificación nacional, aunque jugar tales partidos resultara
un aburrimiento para jugadores y espectadores, si es que llegaban a celebrarse y
se diera un resultado inventado y, eso sí, contabilizado para poder sumar
puntos.
Lo dicho: nada nuevo
bajo el sol. En L’Hospitalet, Barcelona, Madrid, Los Ángeles, Buenos Aires,
París o Sebastopol.
Hace 40 años, ahora y
hasta que las ranas críen pelo.
En la próxima entrada (hoy o mañana) publico lo que escribieron en su momento Xavier Gusi, Isabel de la Fuente y Josep Mª Monsó y, posteriormente, mi réplica a Monsó por alusiones personales.
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